Unos 100.000 judíos españoles salieron de España en 1492 después del “Edicto de Expulsión”. La mayoría se asentó en el vecino Reino de Portugal. Posiblemente los fermosellanos cruzaron el río por “el Piélagos” o por el tramo cercano a la desembocadura del Tormes y se asentaron en las aldeas y villas más cercanas: Sendín, Mogadouro, Miranda do Douro. Así no sólo se ahorraban los 8 cruzados por cabeza que exigía el rey de Portugal a los refugiados, sino que evitarían también los peligros de circular por caminos y veredas.
Los procesos inquisitoriales de los conversos que cayeron a manos del “Santo Oficio” en Portugal, cuentan su historia, sus vicisitudes y sus orígenes. Las relaciones y vínculos familiares se mantuvieron a través del tiempo y cuando las persecuciones en Portugal se intensificaron, muchos de los perseguidos volvían y se refugiaban en Castilla, aunque aquí ya se les llamaría “portugueses”, término que también denotaría la condición de Cristiano Nuevo o Converso.
Antonio y André Ramires, Cristianos Nuevos, vivían en Miranda do Duero, en la Rua da Costanilha. Antonio de 65 años era curtidor y cobrador de rentas, estaba casado con Branca Gonçalves, Cristiana Nueva, que fue detenida al mismo tiempo que su marido y puesta en libertad 7 años más tarde. La primera acusación contra Antonio Ramires, ya tuvo lugar en 1638 y la hizo María Lopes, Cristiana Vieja. Alegó que hacía cuatro años ella fue testigo, cuando la muerte de una hija de ambos, de rituales funerarios y costumbres particulares. A Antonio lo acusaron de Judaísmo y lo condenaron a ser quemado en la hoguera en 1645.
André era Zapatero, tenía cinco años menos que Antonio y fue preso 8 meses antes que su hermano. Su mujer Catarina Rodrigues, fue presa a la vez. El cristiano viejo Antonio Fernandes, Zapatero, que en ocasiones trabajaba en casa de André, denunció a su patrón. André fue condenado a Excomunión mayor, confiscación de bienes y en 1644, fue quemado en la hoguera en Lisboa, justo un mes después que su hermano Antonio.
Antonio menciona en su interrogatorio, entre otros, a su abuelo Francisco, a su tía paterna Catarina Ramires y a una hija de ésta, casada, que vivía en Fermoselle, cuyo nombre omite pero que sin duda era María Ramírez. Es frecuente ver en los procesos, que los reos tienen mala memoria para recordar nombres de personas cercanas y así evitan ponerlas en peligro.
María Ramírez -hija de Catalina-, testó en Fermoselle en 1645 y en el testamento, entre otros menciona a su hijo Jorge Rodríguez de Cubillos, párroco de Fariza. Un hijo sacerdote era la mejor coartada que una familia de conversos podía tener en esos años de recelos y sospechas. Un sacerdote podía tener una Biblia y leer el Antiguo Testamento, dispensar -o no- sacramentos y “corregir” un registro sacramental sin levantar sospecha. Los apellidos de María Ramírez fueron cambiando a través de las sucesivas partidas de bautismo de sus hijos, así llegó a ser Rodríguez, Ramos, Santos y en la partida del último hijo en 1661, así como en la revisión del cumplimiento de su testamento en 1647 se hace llamar Gobea. Y es que era necesario distanciarse y desvincularse de los primos Ramires de Miranda, localidad cercana a Fermoselle, y condenados a la hoguera por judaizar.
Estos son algunos de los ancestros judíos de los descendientes de linajes de Fermoselle.
María Dolores Armenteros Castaño
Fuente El Trapezio | Mar 24, 2021