El diplomático contribuyó a salvar la vida de 5.000 judíos y el segundo formó parte de los que salieron por el puerto gaditano
Las asociaciones culturales sefarditas Judería Cádiz y Tarbut Sefarad Cádiz celebran el viernes un reconocimiento a la memoria de Ángel Sanz Briz (Zaragoza, 1910) llamado el Ángel de Budapest, diplomático español que contribuyo a salvar la vida de unos 5.000 judíos del holocausto nazi, y a Moshe Yanai (Barcelona, 19319), conocido como Mauricio Palomo, en representación de los centenares de judíos de diversos países que en 1944 fueron concentrados en el Hotel Playa hasta que fueron traslados en barco hasta el puerto israelí de Haifa.
A las seis y media de la tarde, en la plaza de las Tortugas, se descubrirá una placa en su memoria y seguidamente, en el salón regio de la Diputación, se celebrará un acto en el que intervendrán el historiador José María García León, Adela Sanz Quijano, una de las hijas del que fuera embajador de España en Hungría en 1944, y Fernando Rodríguez Izquierdo, presidente de la asociación Tarbut Sefarad, una de las promotoras de la iniciativa.
Fernando Rodríguez afirma que el objetivo es honrar la memoria de Ángel Sanz Briz, fallecido en Roma en 1980, «por su impagable gesta de salvar a más de 5.000 judíos en Hungría, aún a costa de su vida y la de su familia», una gesta que dice que pocas personalidades se atrevieron a realizar y que a media que pasa el tiempo aumenta su valor.
Al respecto señala que en 1989 el embajador de Israel en España, Shlomo Ben Ami, le hizo entrega a su viuda, Adela Quijano, de la Medalla de los Justos entre las Naciones concedida a título póstumo.
En cuanto a Moshé Yani, fallecido en junio de 2011, alude a que él, entonces con 13 años, y su familia formaron parte de los centenares de judíos de otros países que fueron concentrados en 1944 en el gaditano Hotel Playa a la espera de los barcos Nyassa y Nigué que los llevarían a Israel, a Palestina y a diferentes puertos de América.
Asimismo recuerda que en mayo de 2010 aquel niño nacido en la Ciudad Condal, a la que había vuelto en varias ocasiones, se desplazó desde Tel Aviv a Cádiz con su esposa, Sara Mor, y su hijo Ofer, donde la Diputación y la Asociación Tarbut Sefarad le ofrecieron un homenaje, que perpetua una placa en el claustro del Palacio Provincial.
En aquella ocasión se volvió a hospedar en el actual Hotel Playa Victoria, participó en una comida sefardí en el Casino Gaditano y conoció además la Judería de Jerez.
«Una vez más nos reiteró su alegría de volver a pasear por las calles de Cádiz, recordando los que daba de la mano de sus padres (turcos judíos llegados a España en 1920), buscaba cualquier oportunidad para hablar con la gente, por su amabilidad, aquí se sentía muy feliz», señala Fernando Rodríguez, que añade que «Moshé fue un hombre bueno, que nunca guardó ningún rencor» y que su patrimonio era su idioma, el castellano, del que dio clases, además de ejercer como traductor de la Embajada de Argentina y colaborar con La Vanguardia, entre otras publicaciones, ya que estudió Periodismo.
«Siempre manifestó el agradecimiento por permitirse la salida de España a tantos judíos que cruzaron la frontera en busca de la salvación y de la libertad», insiste el presidente de Tarbut Sefarad.
Por todo ello destaca que el acto del viernes lo único que persigue es «mostrar nuestro agradecimiento, admiración y respeto a dos hombres que, cada uno en su ámbito, merecen todos los honores».
Fuente: diariodecadiz.es