Levy, Solly. El segundo Libro de Selomó (De Tánger a Montreal). Prólogo de Paloma Díaz-Mas. Barcelona: Tirocinio, Colección Fuente Clara. Estudios de cultura sefardí, 2014. Pp. 258.
Esta obra reanuda el relato autobiográfico de El Libro de Selomó[1] y abarca casi cinco décadas de la vida del autor, desde su emigración a Canadá en 1968 hasta hoy.
Se examinará a continuación la importancia de esta obra desde una perspectiva lingüística, sus cualidades literarias y la figura que emerge de esta narración.
Solly Levy es el único autor judeo-marroquí que ha tenido el acierto y la audacia de escribir en haketía, la lengua vernácula de los judíos del antiguo Protectorado español, que había sido hasta hoy día de uso exclusivamente oral. Los dos libros aquí citados, junto a Yahasrá. Escenas ḥaquetiescas[2]y el exquisito álbum (de cinco CDs y un librito) titulado La vida en ḥaketía. Para que no se pierda[3], constituyen una obra singular, escrita en ḥaketía por primera vez en la historia. Esta lengua que servía sólo para contar chistes, reír, bendecir y baldonar, adquiere bajo la pluma de Solly Levy los títulos de nobleza de toda lengua literaria. El escritor la utiliza para expresar una gama surtida de sentimientos: añoranza, tristeza, alegría, admiración, decepción, entusiasmo, pasión… O sea que, pese al estado fragilísimo sino moribundo de la ḥaketía, Solly consigue no sólo rehabilitarla sino también infundirle nueva vida ampliando su capacidad expresiva. ¡Una verdadera proeza lingüística! Sin esta obra, la ḥaketía, cuyos hablantes son escasos y de avanzada edad, desaparecería sin dejar rastro alguno.
El libro de Solly es un homenaje conmovedor a nuestros padres y abuelos que se expresaron en esta lengua hasta mediados del siglo pasado. Gracias a él, tenemos una garantía de que las generaciones futuras sabrán qué lengua hablaban sus antepasados.
Consciente de que sus lectores puedan desconocer el sentido de algunos vocablos, el autor proporciona una explicación de la palabra haketiesca en español normativo, con una indicación de su origen hebreo o árabe. Por ejemplo, ‘ala ghaflá (ár. de repente), esjabreando (ár. indagando), bsalá (ár. ya está bien), bizzayón (hb. humillación), shetná (hb. orgullo), mahashabá (hb. entendimiento).
En la introducción, el autor presenta un panorama general de la lengua e indica el código fonético adoptado. Al final del libro, el lector puede hallar un glosario básico de las palabras de ḥaketía utilizadas en el libro.
Es realmente asombroso observar la riqueza y densidad de la ḥaketía de Solly. Se diría que se expresa como nuestros antepasados del siglo XVIII o XIX y hace revivir así una visión del mundo peculiar donde el tangerino emigrado al “Polo Norte” (léase Montreal) confronta su primera tormenta de nieve con la extrañeza y el pavor de un ser humano que aterrizaría en otro planeta. Describe la experiencia de los inmigrantes hispano-judíos de Marruecos y su desfase lingüístico y socio-cultural, su desarraigo y su conciencia de ser diferentes de la sociedad que les rodea y además minoritarios dentro de la comunidad judía, mayormente ashkenazí, e incluso con respecto a los sefardíes de cultura arabo y franco-marroquí. Añora su querido Tánger, con su carácter único de ciudad internacional, su luminosidad y sus playas.
Como en su primer Libro de Selomó se inventa un alter ego que lleva su mismo nombre y con quien se pelea a menudo creando así una tensión dramática y rompiendo la linealidad del relato en primera persona con secuencias dialogadas. Estos diálogos esquizofrénicos que cultivan la paradoja y lo absurdo añaden una nota humorística que corre a lo largo del Libro. En efecto, el autor exhibe un sentido del humor insuperable. Incluso en situaciones serias, sabe hacernos reír a carcajadas. Sirva de ejemplo el episodio de la actuación de su grupo teatral en Casablanca, cuando uno de los actores, agobiado por un calor sofocante, se desmaya poco antes de empezar la función. Solly formula una plegaria hilarante a Dios para que sane el actor (cf. p. 161). Practica un humor auto-irónico en el que se confía al lector y se ridiculiza ante él, convirtiéndose en anti-héroe, a modo de un personaje del género picaresco. También aficiona la sátira y caricatura con desenfado ciertos tipos humanos y situaciones sociales.
Solly posee una imaginación desbordante y un sentido agudo de la lengua que le lleva a crear neologismos hakéticos graciosísimos tales como Guglo (de Google) y su derivado guglear, desferencia (diferencia), cronometricó (cronológico), experimencias (experiencias), entre parentesco (entre paréntesis), domingotones (calcado sobre shabatones), somniferoces (somníferos), lectrisas (lectoras), forasterolandia (el sur de Marruecos), bordo (del inglés board), ambolia cabesar (calcado sobre ambolia pulmonar), artititis (artritis). Sus juegos lingüísticos recuerdan los del ya desaparecido humorista y poeta franco-canadiense, Marc Favreau, conocido como Sol. No se les escapará la curiosa semejanza de los nombres Sol y Solly.
Para concluir, El segundo Libro de Selomó nos hace descubrir a su entrañable autor, un hombre apasionado, generoso, modesto, con un talento múltiple: docente ejemplar, hombre de teatro, cantante, actor, locutor de radio, escritor, director de coro, defensor incansable de la cultura hispano-judía de Marruecos y de la haketía, una de las ramas más frágiles que brotan del gran tronco de las lenguas hispánicas. Se perfila a lo largo de esta obra un ser humano multifacético que, en su humildad, reconoce con nobleza el mérito de sus colaboradores y amigos y valora con creces el aporte de cada uno de ellos.
Prof. Oro Anahory-Librowicz
Universidad de Montreal
[1] El Libro de Selomó. Madrid: Hebraica Ediciones, 2008.
[2] Yahasrá. Escenas ḥaquetiescas. Montreal: E.D.I.J., 1992.
[3] La vida en ḥaketía. Para que no se pierda. Madrid: Editorial Riopiedras, 2012.