La exigua comunidad judía en la capital trabaja por recuperar sus actividades en Tenerife.
Por NAIMA PÉREZ
SANTA CRUZ DE TENERIFE. Aunque apenas supera la veintena de familias en la capital tinerfeña, la comunidad judía o israelita, como prefiere autodenominarse, trabaja hoy por aunar voluntades de las nuevas generaciones de judíos que viven no sólo en Santa Cruz de Tenerife, sino en el resto de la Isla. Los miembros activos de esta comunidad, que vivieron en los años 50 y 60 del siglo pasado su etapa de mayor auge en la historia moderna del judaísmo en la capital tinerfeña, han ido muriendo y sus descendientes no se han mostrado muy implicados en mantener activa la organización.
Desde que fuera elegido secretario-portavoz de este colectivo religioso en la Isla, el pasado mes de agosto, Rafael Ben-Abraham Barreto, un tinerfeño convertido al judaísmo hace una década, se ha propuesto conseguir al menos reunir de forma periódica el Miniá (grupo mínimo de diez hombres mayores de 13 años) para poder rezar el Kadish (una de las oraciones principales de la religión judía). Recuperar la actividad religiosa que sí hubo en la capital hace décadas, así como ampliar el número de participantes en la celebración del Sabath (sábado, día sagrado para el judaísmo) o de cualquier otro acto festivo, bien sea un bautismo, una circuncisión o un entierro, es el deseo de este portavoz.
Periodista de profesión, Barreto renunció ante notario a la religión católica en 2001, tras un largo proceso de convicción y conversión al judaísmo, una creencia por la que empezó a interesarse desde niño. Tras la muerte de José Assor Benchimol, el líder espiritual de la comunidad judía en Tenerife, en 1989, desapareció la sinagoga de Santa Cruz, que estaba situada en la céntrica calle San José, en el tercer piso de uno de los edificios.
Hoy día no existe una actividad religiosa ordinaria, pero se mantiene la organización administrativa. «Entre las funciones de la comunidad está dar recepción al embajador y al cónsul de Israel cuando vienen a la Isla o emitir certificados de pertenencia a la comunidad», explica el portavoz de la comunidad. La capital grancanaria tiene una estructura mucho más fuerte, debido a una mayor actividad económica de esta isla, ya que el estatus social de los judíos ha estado vinculado siempre con actividades relacionadas con el comercio y con profesiones liberales. «Muchos se dedicaron a negocios que les permitieran llevarse lo que producían si los echaban del lugar en el que estaban», explica el investigador tinerfeño Juan Manuel Valladares. Por eso muchos fueron mecenas de arte o joyeros, por ejemplo.
Sin embargo, la judía, que no sólo es una religión sino una raza, cuenta hoy en Canarias con muchos descendientes de los conversos que llegaron a la Isla en el siglo XVI, junto con los primeros conquistadores castellanos. Valladares apunta que la gran mayoría de los descendientes de los primeros judíos que llegaron a Tenerife no practica hoy esta fe. Los Jiménez, Pereira de Castro, Pacheco Solís, Suárez Gallinato o los Schwartz son algunas de esas familias judías que se vieron obligadas a cambiarse los apellidos en Tenerife para convertirse al catolicismo.
El Sabath
Sin embargo, quienes sí practican los principios del judaísmo en Tenerife mantienen vivas tradiciones como las del Sabath. El sábado es el día sagrado en casa de Rafael Ben-Abraham y comienza 18 minutos antes de la puesta de sol del viernes. Desde ese momento hasta una hora después de la puesta de sol del sábado, los judíos que practican la Torah están sometidos a 39 prohibiciones. «No se puede hacer ningún tipo de trabajo creativo, como escribir o hacer fotografías, por ejemplo; tampoco se puede cortar con tijeras, cocinar, mover objeto alguno que no vayas a usar ese día o caminar más de dos kilómetros», comenta Barreto. A lo largo de ese día se realizan tres rezos diferentes: el Sajrit (mañana), el Mimjá (a mediodía y hasta la puesta de sol) y el Arvit (por la noche. «Lo bonito sería celebrar este día en familia o en una sinagoga», apunta el portavoz de la comunidad. Sin embargo, también es posible conmemorar este día de manera individual, como es su caso.
Barreto apunta que en Canarias ha observado entre gente no judía un interés por su cultura. «No somos un grupo cerrado; de hecho, quienes no practican nuestra religión son bienvenidos en las sinagogas», afirma.
A pesar de esa hospitalidad por parte de una comunidad que no practica el proselitismo €convertirse al judaísmo exige un proceso largo y de gran convicción€, Barreto apunta que España es uno de los países más antisemitas, motivo por el cual no es habitual, al menos en Tenerife, que los hombres judíos vistan en la calle la característica Kipá (paño que cubre la cabeza).
Fuente: La Opinión de Tenerife 26/12/2011
[print_link]