El director de la Real Academia Española, Darío Villanueva (2i), y el presidente de la Fundación Hispanojudía, David Hatchwell (2d), presentan los avances en la constitución de la nueva Academia Judeoespañola, junto a Shmuel Rafael Vivanti (i) y Tamara Alexander Frizer. / EFE
«A ti, Espania bienquerida,/ nosotros madre te llamamos/ y, mientras toda nuestra vida,/ tu dulce lengua no dejamos./ Aunque tú nos desterraste,/ como madrastra, de tu seno,/ no estancamos de amarte/ como santísimo terreno». El Sefarad que evocan los versos del poeta Abraham Kapón (1853-1931) es el recuerdo que queda en el imaginario de los descendientes de aquellos judíos que fueron obligados a irse de su país en 1492 por los Reyes Católicos. En sus maletas de expulsados se llevaron las llaves de sus casas, con la esperanza de regresar algún día, y el idioma español.
Ahora, ese español bello y arcaico que conserva palabras y giros de 500 años de antigüedad tendrá su propia academia, la vigesimocuarta y «la última, la que faltaba para que la Asociación de Academias de la Lengua Española pueda considerarse perfecta y completa, con todo el espectro de la hispanidad», celebra el presidente de la Real Academia Española, Darío Villanueva. Ya existen academias en España, América, Filipinas y Guinea Ecuatorial, que se incorporó en 2016.
La presencia, este martes, de veinte investigadores y estudiosos en lengua sefardí en Madrid fue el punto de inicio de un camino que se presenta largo. La iniciativa queda en manos de la Autoridad Nasionala del Ladino i su Kultura de Israel, la institución que hoy protege el ladino, y que deberá dar el primer paso, contactar con el Gobierno de Israel, para que reconozca esta Academia Judeoespañola. «Es un sueño para nosotros, un modo de reparar un error histórico (la expulsión de los judíos) y una forma de que España se reconcilie con su pasado», afirmó el presidente de la Fundación Hispanojudía, David Hatchwell.
El ladino es un idioma que conocen alrededor de medio millón de personas, la mitad de ellas en Israel y la otra mitad desperdigadas por el mundo. «Vamos a salir al camino para promover la cultura del ladino y que pueda florecer», dijo Tamar Alexander-Frizer, presidenta de la Autoridad Nasionala del Ladino. Recordó Alexander que el idioma se transmite de padres a hijos y que cuentos y canciones de cuna son algunas de las reminiscencias que las familias hispanojudías conservan, no sin dificultades. «Tenemos muchos hablantes mayores, pero menos jóvenes», recordó Shmuel Refael Vivante, académico correspondiente de la RAE_y miembro de la Autoridad Nasionala. La institución ofrece ahora cursos de judeoespañol para que los niños se acerquen a la lengua de sus antepasados y también las universidades están comenzando a dar seminarios sobre el idioma.
Los poetas Margalit Matitiahu y Avner Pérez (que además tradujo al ladino ‘Alicia en el país de las maravillas’, ‘El principito’ o la ‘Iliada’) o el propio Vivante son algunos de los escritores judeoespañoles más destacados. Sus temáticas son variadas, pero el recuerdo de Sefarad y también del Holocausto aparecen como asuntos recurrentes.
ÁLVARO SOTO
Fuente: eldiariomontanes.es