El judeo-español en la UNESCO: conferencia de Solly Levy – París, 10 de junio de 2014

Diálogo entre los escritores Ángel Wagenstein y Solly Levy.
Moderador: Miguel de Lucas, director del Centro Sefarad-Israel.

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 Ponencia presentada por Solly Levy[1] 

* Los títulos e indicaciones en negrita corresponden a los del programa original preparado por la UNESCO.

–      Ladino y haketía: dos lenguas, una nostalgia

–      Judaísmo y Sefardíes: identidades compartidas

–      Sefardíes de mañana: una minoría a la hora de la mundialización

 

  1. Ladino y haketía: dos lenguas, una nostalgia

Excelentísima señora Directora General de la UNESCO Da Irina Bokova, excelentísimo señor Embajador y Delegado Permanente de España ante la UNESCO Don Juan Manuel de Barandica y Luxán, distinguidos miembros del cuerpo diplomático y altos funcionarios, damas y caballeros, antes de enfocar el tema de nuestra discusión, no puedo menos que expresar mi más sentido agradecimiento a las agencias y personas que, por primera vez en la historia, han integrado la haketía, lengua judeo-española marroquí, en un evento como éste, de envergadura internacional. Un evento histórico para las comunidades judías oriundas de Marruecos puesto que la UNESCO ha inscrito el judeo-español entre las 3000 lenguas amenazadas de extinción sobre las 6000 existentes. (Éstas son cifras aproximativas e inestables puesto que cada dos semanas muere una lengua en el mundo.)

Por haber sido durante unos 500 años un simple instrumento de comunicación oral, la haketía corre mucho más peligro que el judeo-español oriental o djudezmo llamado también ‘‘ladino’’.[2]

Éste se escribe y se publica desde hace siglos generando hasta hoy en día obras literarias, periódícos, revistas, etc. Según Michael Molho, erudito, historiador y rabino de Salónica en la posguerra, la literatura en ladino consta de 5000 a 6000 obras que incluyen centenares de obras teatrales, novelas, poesía y también traducciones y adaptaciones de obras europeas. Además son de mencionar los 300 títulos de una prensa que, según la investigadora Elena Rieder-Zelenko, fue lanzada en Turquia con la publicación del primer periódico judeo-español, La Buena Esperansa, fundado en Esmirna, 1842, por Aarón Yoseph Hazán.

A pesar de esta diferencia fundamental (por una parte una lengua de comunicación oral y por la otra una lengua que generó una gran abundancia de obras literarias y periodísticas) lo que nos une hoy en esta mesa es el peligro de extinción que se hace cada día más amenazador.  La precariedad del destino de nuestras lenguas respectivas explica en parte la presencia de otro factor común, la nostalgia. Ésta fue y sigue siendo el punto de arranque del renacimiento de ciertas lenguas minoritarias. Creo que, tanto en el caso de la haketía como en el del judeo-español oriental, nuestras abuelas, en las tertulias familiares, alimentaban esta añoranza del pasado, de antiguos derroteros cuya imagen se va enturbiando a medida que fluye el tiempo. Sabemos que nuestras dos lenguas, tan frágiles y amenazadas como tantas otras, acabarán por desaparecer. A guisa de  consuelo, tratamos de prolongar su vida en sueños y visiones de nostalgia. Barbara Cassin, filósofa y flilóloga francesa, helenista, autora de varias obras sobre las lenguas, nos pregunta en su libro Más de una lengua (Editorial Fondo de cultura económica, Buenos Aires, 2014): ‘‘Se ha preguntado usted alguna vez en qué lengua sueña? Es ésta pregunta bella e importante.’’

Evidentemente soñamos en nuestra lengua materna, cargada de emociones, íntimo recuerdo de múltiples vivencias que forman parte de nuestro ser. Para algunos escritores aquí presentes, el sueño y la nostalgia fueron plasmados en creaciones literarias, lo que nos lleva a pensar en un renacimiento posible de lenguas desaparecidas o amenazadas de extinción. Es por eso que la primera obra literaria que se haya jamás publicado en haketía – 500 años después de la expulsión – se titulaYahasrá – Escenas haketiescas[3]. Yahasráes una exclamación que expresa nostalgia. Los únicos equivalentes posibles en castellano son frases tales como ‘‘¡Qué tiempos aquellos!’’ o en inglés ‘‘Those were the days!’’ o en francés ‘‘C’était le bon vieux temps!’’.

Las palabras, su pronunciación, su melodía – así como el lenguaje corporal – todos estos elementos dan vida a esa nostalgia nuestra, como si fuesen antiguas fotos de color sepia en álbumes amarillentos cuyas hojas a veces son marcadas por pétalos de violetas marchitas. En alguna que otra casa de las ‘‘muestras’’ vive todavía una señora anciana que, con uno o varios chiquillos sentados en su falda, les va señalando con dedos temblorosos tal o cual personaje que marcó la historia de la familia. A veces les habla en la lengua antigua y se nota su alegría cuando ellos le piden explicaciones sobre tal o cual palabra o acontecimiento.

En aquellos momentos privilegiados de nostalgia transgeneracional

surgen romances y canciones tradicionales cuyas notas y palabras son ecos de un pasado frágil pero que se niega a desaparecer, tal y como lo estamos demostrando todos aquí y ahora

 

  1. Judaísmo y sefardíes: identidades compartidas

Indiscutiblemente la base fundamental del sefardismo es el judaísmo. A pesar de las innumerables diferencias (ya sean de tipo geográfico o relacionadas con el grado de observancia) que existen entre las comunidades judías dispersas por el mundo (desde los jaredim o ultra-ortodoxos antisionistas hasta los reconstruccionistas o ultra-liberales y los judíos ateos) es una perogrullada afirmar que todas se recononocen como pertenecientes a la nación judía y, quieran que no, herederas de la misma historia.

Tanto los judeo-españoles del este como los del oeste nos consideramos como judíos sefardíes. En este contexto es evidente que el término »sefardí» se refiere exclusivamente a lo judeo-español, una definición mucho más excluyente, limitativa, que la que se aplica a comunidades arabófonas como las del sur de Marruecos, Irak, Líbano, etc. Nuestra religión la hemos vivido, la seguimos viviendo en judeo-español. Un gran número de los textos que cantamos, incluso en hebreo, tanto en la sinagoga como en nuestros hogares, tienen un sonido español y con frecuencia están escritos en ladino, el judeo-español calco, con letras hebreas. Por ejemplo la Hagadá,o relato de la salida de Egipto, se sigue leyendo desde hace siglos y aún hoy en día, al rededor de la mesa familiar, primero en hebreo y arameo y después en ladino: ‘‘Este el pan de la aflisión que comeron muestros padres en tierra de Egipto. Todo quien tiene fambre venga y coma. Todo quien tiene de menester venga y pascue..’’

Aquí me parece necesario poner de relieve la influencia del castellano como fuerza antagónica frente al desarrollo de la haketía y del ladino en Marruecos. Citaré por ejemplo la traducción de un texto ladino en el castellano ampuloso de principios del siglo XX. Se trata de un capítulo de Yesh’ayahu, el profeta Isaías, que predice el advenimiento del Mashíah (el Mesías) y el estabelcimiento de la paz universal. No voy a citar el texto entero, sólo un versículo.

Tsahali varonni yoshevet Tsiyon ki-gadol bekirbej kedosh Yisrael.

La traducción en ladino es de lo más simple: ‘‘Agózzate y canta compaña de Siyyón, que grande en tu seno el santo de Israel.’’

Y ahora, en cambio, la versión en castellano que leen los hispano-judíos marroquíes desde que la escribió el tangerino Sr. Isaac Assayag hará de esto cerca de 100 años: ‘‘Canta, placentera, y anégate en el lago de la alegría, gloriosa congregación de Siyyón, la omnipotencia de Dios resolvió favorecerte, con el privilegio de que Su divinidad guarezca tu mansión, sacrosanto pueblo de Israel.’’ 

Las comunidades judías oriundas del norte de Marruecos fueron alejándose progresivamente de la haketía por ser demasiado árabe y del ladino por ser demasiado calco, prefiriendo, como lo demuestra el ejemplo que acbamos de citar, un español rebuscado y totalmente ajeno a la sencillez de los habitantes de la región. Las consecuencias de esta tendencia marcaron el principio de una pérdida de identidad.

Afortunadamente, dicha identidad siguió siendo mantenida por la convivencia de las tres lenguas que constituyen la lengua la cultura hispano-judías de Marruecos, es decir el español moderno y arcaico,   el árabe y el hebreo. A veces, en un mismo piyyut alternan – como lo vimos anteriormente – el ladino y el hebreo. Por ejemplo en los piyyutim judeo-marroquíes de las fiestas de Sukkot, Pésah y Shabu’ot, las melodías pertenecen al repertorio arabo-andaluz marroquí. Los hispano-judíos marroquíes somos los judíos de las tres culturas y la haketía es la lengua tri-cultural mediterránea.

Fonéticamente los rasgos que la distinguen del español moderno y del ladino son principalmente las consonantes guturales. La haketía, que se puede calificar de lengua judeo-hispano-árabe de Marruecos, conservó, por ejemplo, la ‘ayin faringal fricativa sonora. Faringal porque la emisión sonora se produce al nivel de la faringe, fricativa porque nada impide el paso del aire y sonora porque incluye la participación de la voz, como si fuera una vocal. Esta ‘ayin ha desaparecido del hebreo moderno cuyos locutores la pronuncian como una álef: ayin. Pero esto falsifica el texto porque, por ejemplo,  la palabra attá con álef significa tú y ‘attá con ‘ayinsignifica ahora. 

El mismo tipo de fenómeno ocurre con la het la y la qof. Entrar en detalles más precisos nos obligaría a rebasar con creces el tiempo que se nos ha otorgado. En resumidas cuentas se puede decir que, como el hebreo moderno, la haketía pronunciada a lo occidental ha desechado los sonidos guturales por demasiado ‘‘árabes’’. Grave error porque dichos sonidos son, a mi manera de ver, elementos esenciales de nuestra tarjeta de identidad, son nuestras huellas digitales.

 

3 Sefardíes de mañana : una minoría a la hora de la mundialización  

La lengua es expresión de identidad, de valores, de historia y de sentido de la existencia. Es el único elemento que garantiza a la vez la originalidad de un grupo etnocultural y su cohesión social frente al fenómeno de la mundialización. Es el tejido que favorece el sentimiento de pertenencia a una colectividad y de apropriación de su patrimonio cultural.

Por lo tanto es necesario proteger más que nunca las lenguas minoritarias. En el norte de Marruecos, por ejemplo, la presencia avasalladora de la lengua y de la cultura españolas, sobre todo a principios del siglo XX, no permitió la valorización ni el desarrollo de la haketía, manteniéndola en un estado de sub-lengua del que hoy está tratando de extraerse. En la presente era de la mundialización es necesario, tal como lo hace el Centro Sefarad-Israel, multiplicar los intercambios entre las comunidades judeo-españolas de ambos extremos del Mediterráneo y de éstas con España y favorecer la producción de obras originales artísticas, literarias y musicales para enriquecer el patrimonio hispano-judío.

Sabemos que la mundialización no debe tener como consecuencia la desaparición total de las lenguas y culturas minoritarias. Por el contrario la supervivencia y el desarrollo de éstas puede tener consecuencias favorables, intensificando aún más que hoy en día los intercambios de productos de las diversas industrias culturales tales como el cine y la televisión. El teatro judeo-español y, en general, la literatura judeo-española, deberán ser protegidos por los diferentes Estados y por organismos internacionales. Estos objetivos – aunque no identificados como tales en un principio – son la razón de existir de la UNESCO desde el 15 de noviembre de 1945.

Finalmente, la educación deberá seguir siendo una prioridad constante en dichos programas de desarrollo. Las diferentes asociaciones culturales judeo-españolas tendrán que disponer de fondos para la formación de docentes, la creación de becas y premios y la producción de material pedagógico de calidad, con el fin de asegurar la trasmisión de nuestra herencia lingüística y cultural.

Solly Levy
Paris, 10 de junio de 2014

 

[1]Nota del autor:  Esta ponencia fue presentada no como una conferencia universitaria sino como una exposición vulgarizadora, ante un público no iniciado, según me advirtieron les organizadores,

[2]Para numerosos especialistas, entre los cuales se destaca el profesor Haïm-Vidal Sephiha, el término

‘’ ladino’’designa el judeo-español ‘‘calco’’, lengua escrita y no oral, utilizada exclusivamente en textos relacionados con la Torá, el Talmud y la liturgia.

[3] Solly Levy, Yahasrá – Escenas haketiescas, Éditions EDIJJ, Montreal, 1992

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2 comments

  1. muy interesante !!! ojala la «haketia»siga adelante y no se quede estancada en las «algorfitas » { entre-techos} de arcila y de los diferentes pueblos del norte de marruecos !! KOL HAKAVOD !!

  2. Martina lemoine zwiw

    COmo traductora al espanol de la obra del H.V.SEphiha :» La agonisa de los judeo-espanoles» me parece fundamental définir las lenguas judeo-espanolas ,ladino ( liturgico), haletia y djudezmo ( vernaculaire)
    Martina Lemoine

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