El definitivo y académico regreso de los sefardíes

El Archivo Histórico Provincial de Cádiz dedica su documento destacado a los expedientes de alumnos judíos que se examinaron a finales del siglo XIX en el Columela

Calle de los judíos en la ciudad de Tetuán. J. LAURENT

El Archivo Histórico Provincial de Cádiz dedica su documento destacado de septiembre a ‘El retorno de los sefardíes: Expedientes de alumnos judíos en Cádiz (1891-1932)’, que en esta ocasión lleva la firma de José Ramón Barroso. De sus valiosos fondos documentales, el Archivo saca esta vez a la luz los expedientes académicos del centenario Instituto Columela de Cádiz para analizar cómo fue, cuatro siglos después de la expulsión de los judíos, el regreso de la comunidad sefardí a España a través, precisamente, de su incorporación al sistema de estudios de la época y su participación en las pruebas académicas, procedentes sobre todo desde el norte de Marruecos.

Desde el Archivo Provincial se destaca que estos expedientes son “una fuente imprescindible para el estudio de la enseñanza secundaria en Cádiz y su provincia. En particular el estudio de los expedientes de estos alumnos es interesante para la historia y genealogía de las familias judías, de las minorías religiosas en general y, en especial, puede ser útil hoy día para demostrar los orígenes sefarditas”.

Fue en 1863 cuando se estableció el Instituto de Segunda Enseñanza en Cádiz, en un principio en el convento de San Agustín. Y fue la Real Orden de 19 de julio de 1876 la que otorgó al instituto de Cádiz la categoría de provincial sin perjuicio para el que ya existía con esa categoría en Jerez. El plan de estudios, que duraría hasta los años 20, era de seis años. Las matrículas eran oficial, libre y colegiada.

El Archivo Provincial posee los fondos históricos del Instituto Columela desde finales de 2003, y entre los documentos se encuentran los expedientes personales de alumnos que han servido para determinar, en esta ocasión, el regreso de la comunidad sefardí a España a través del sistema educativo.

“El expediente académico del alumno –se explica desde el Archivo– se suele iniciar con una instancia de parte del interesado, que generalmente en el mismo documento incluía el examen de ingreso, consistente en una prueba de lecto-escritura, ortografía y las cuatro reglas aritméticas, así como la nota y la firma de los profesores. La instancia se acompañaba de una acreditación, partida de bautismo o nacimiento, y el certificado de estudios del centro de procedencia. Otros documentos que formaban parte del expediente son: matrículas de asignaturas, papeletas de exámenes, certificados de estudios, certificados médicos y fotografías”.

Del estudio de estos expedientes, todos de hombres y sin ninguna mujer entre los estudiantes, se concluye que un número importante de las matriculaciones procedían de Ceuta, Melilla y otras poblaciones del norte de África, como Tetuán, Tánger o Larache: “Muchos de los estudiantes se examinaban en Ceuta, Tánger, Tetuán o Larache, trasladándose los profesores a esas localidades para examinarlos de ingreso: así pues, entre 1890 y 1939 se examinaron en Ceuta unos 625 alumnos, en Tetuán lo hicieron 243 entre 1915 y 1931, mientras que en Tánger fueron 161 entre los años 1907 y 1931. El número de examinados en Larache no superaba los 130 entre 1917 y 1930, mientras que en Alcazarquivir sólo lo hicieron 12 entre 1924 y 1930”.

Estos documentos académicos diferencian el expediente de los alumnos judíos del resto de los alumnos en varios aspectos: “La mayoría de los alumnos presenta un certificado de nacimiento del Registro Civil correspondiente o una copia de su inscripción en los libros bautismales de su parroquia, pero en el caso de los alumnos judíos el certificado lo expide el rabino o el alcalde del barrio judío, que actúa como juez de paz o como una especie de notariado rabínico. Posteriormente, estos certificados los firma o los refrenda el cónsul español o la autoridad en el Protectorado de Marruecos. Estos documentos son de un gran interés desde el punto de vista genealógico, al nombrar a los padres, profesión y procedencia de estos y a los abuelos.

Y también desde el punto de vista de sus creencias religiosas: “Otro hecho diferencial es que los alumnos judíos presentan un certificado, normalmente firmado por el padre del alumno, en el que se pide que se le exima de la enseñanza de la religión católica por ser de religión judaica”.

Por R. D.

 

 

 

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