‘El cielo de Sefarad’: el diálogo interreligioso de titiriteros… ¡y a mucha honra!

La compañía Claroscuro recorre España con esta obra que reivindica de la cultura del encuentro

 

“Más allá de entretener, nos gusta hacer reflexionar a niños y también a adultos”. Así define Francisco de Paula Sánchez (Linares, Jaén, 1967) a Claroscuro, “compañía de teatro que usa los títeres, las máscaras y la música para dar forma a sus historias”. El músico y dramaturgo es la mitad de Claroscuro, que creó en 2010 junto a su esposa, Julie Vachon, natural de Quebec, prestigiosa tirititera y autora de todos sus guiones. ‘El cielo de Sefarad’ es su última obra en cartel, coproducida por el Teatro de la Zarzuela, un ejemplo valiente del diálogo interreligioso con títeres, y no solo para niños.

“Es una historia que queríamos contar. Julie y yo nos conocimos en Francia, en un concierto de Jordi Savall, con quien yo trabajaba –relata–. Quise ir a Canadá a conocer a su familia, y me llevó a Mont Royal, en el centro de Montreal. Y vi, dentro del cementerio judío, otro cementerio: el de los judíos sefardíes. Hay un enorme monolito que dice que ahí yacen enterrados los judíos españoles de Sefarad. Y esa fue la chispa para crear esta compañía en la que se unieran títeres, máscaras y música en directo del patrimonio histórico español”.

 

Julie y Francisco se dijeron entonces: “Algún día haremos una obra de teatro sobre el enorme drama y la herida abierta que suponen los sefardíes”. Y esta es la historia de Noa, niña judía en el Toledo de 1492, y de sus amigos, la musulmana Fátima y el cristiano Pedro, que desarrolla ‘El cielo de Sefarad’.

Pedro, ese niño, es la metáfora del arrepentimiento de muchos españoles por aquella expulsión. Es un hecho histórico muy doloroso, que forma parte de nuestra cultura, puesto que una tercera parte de esos judíos se convirtieron al cristianismo y descendemos de ellos, hasta el propio abuelo de santa Teresa de Jesús era un judío; y, al mismo tiempo, estábamos hablando de un tema que es actual y universal. Nos parecía que era algo que teníamos que hacer y llegó el momento”.

Y prosigue: “Es una historia muy bella de contar, tanto desde el punto de vista religioso como humano, con mucha actualidad, porque millones de niños, desgraciadamente, siguen siendo expulsados de sus casas y de sus países sin saber por qué, por el simple hecho de pertenecer a una minoría, católicos perseguidos en África o en Siria, musulmanes obligados a huir por culpa de fundamentalistas…”.

Herencia judeocristiana

Exponer la herencia judeocristiana no es fácil. Entre las excelentes críticas, los halagos, las lágrimas que el público deja caer, han tenido también reproches, enojos… de algún judío, de algún católico y hasta de algún patriota. “Se me acercó un señor diciéndome que España quedaba por los suelos. Efectivamente, hay integristas y parece que ahora va todo el mundo con el hacha levantada. En este momento es muy delicado hacer casi cualquier obra de teatro”.

Si hay un mensaje, este es el del diálogo interreligioso. “Es lo que mi padre me inculcó”, afirma Francisco de Paula Sánchez. Su padre fue Juan Sánchez Caballero, último cronista oficial de Linares. “Mi familia conoció a Pedro Poveda y mi propio tío fue sacerdote. Yo mismo soy católico. Mi padre me educó en el respeto, él que estuvo en la cárcel en 1938 por organizar misas clandestinas. Y después, cuando salió, defendió a la comunidad protestante, a la que habían agredido. Él sabía lo que era ser perseguido por la religión y no podía entender que nadie persiguiera a nadie por su religión”

Por: JUAN CARLOS RODRÍGUEZ
Fuente: Vida NUeva Digital | 6.10.2023

 

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