La calle Judíos, enclavada en el centro histórico, es una de las más transitadas, sobre todo por los viajeros
Toda esta información se arremolina en los pocos cientos de metros que discurren entre la calle Puerta de Almodóvar y la plaza de Maimónides, un trazado que se encuentra dentro del casco histórico de Córdoba declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La plaza de Maimónides da un respiro al angosto y serpenteante entramado de la Judería. Aquí, donde desembocan las calles Averroes y Tomás Conde, encontramos dos grandes casas señoriales, una del siglo XVII con fachada de piedra y en la que destaca en la esquina un impresionante torreón, y justo al lado una segunda, hoy convertida en hotel, que alberga un patio principal del siglo XVI.
Justo enfrente se encuentra la antigua Casa de las Bulas, del siglo XVI, levantada al estilo mudéjar popular cordobés, según describe el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), y que aprovecha elementos constructivos anteriores, tanto romanos como visigodos y de época musulmana. En su parte trasera se encuentra una plaza-patio que formaba parte de la vivienda y que desde los años 50, cuando fue reformada por el arquitecto municipal José Rebollo Dicenta, alberga el Zoco, el mercado de artesanía de la ciudad.
El edificio que hoy alberga el museo y el Zoco forman un conjunto de casas palaciegas en las que vivió el poeta Luis de Gongóra y con anterioridad sus abuelos y padres, según consta en distintos archivos.
Desde esta plaza nos adentramos en la calle Judíos, que se abre al principio del recorrido en una plazuela, la de Tiberiades, en la que se encuentra la escultura sedente de Maimónides, realizada por los años 60 por el valenciano Amadeo Ruiz Olmos, distinguido dos décadas antes con el Premio Nacional de Escultura, y que fue responsable de «buena parte de los monumentos conmemorativos de Córdoba» y de algunas obras funerarias y de imaginería, según la Real Academia de la Historia. La escultura de Maimónides es una de las más visitadas por los viajeros, que por cierto acostumbran a acariciar sus relucientes babuchas.
Avanzando por la calle llegamos a la Sinagoga de Córdoba, uno de los referentes culturales de la ciudad. «Junto con la Sinagoga del Tránsito, en Toledo, son las dos únicas medievales españolas que han llegado a nuestros días», según el catálogo del IAPH. «Fue edificada en el año hebreo de 5.075 que se correspondería con los años de la era cristiana del 20 de septiembre de 1314 al 1 de septiembre de 1315», como recoge la lápida fundacional existente en el propio edificio. Tras la expulsión de los judíos fue dedicado a «hospital de hidrófobos, bajo la advocación de Santa Quiteria, y con posterioridad a 1588 pasó a la cofradía de los Zapateros bajo el patronato de los santos Crispín y Crispiniano».
Justo enfrente se encuentra la Casa de Sefarad, un proyecto privado del historiador y bibliotecario Sebastián de la Obra que tiene una intensa actividad cultural y que cuenta con la exposición permanente Memorias de Sefarad, Y un poco más arriba está la Casa Andalusí, que nos habla del mestizaje de Oriente y Occidente, de alquimia y de espìritualidad.
Si seguimos avanzando llegamos a una de las tabernas de la ciudad, las Bodegas Guzmán, donde la gastronomía tradicional y los caldos de Montilla-Moriles son los protagonistas. Como ven, a la calle Judíos no le falta un perejil.
Por Teresa Muñiz
Fuente: Diario Córdoba | 24.11.2023