El aragonés más querido salvó a 5.500 judíos en Budapest

Ángel Sanz Briz, el diplomático zaragozano, ha sido homenajeado en Hungría e Israel este verano, a través del Centro Sefarad, por su valentía en la II Guerra Mundial.

Un graffitti dedicado al diplomático aragonés ängel Sanz Briz en un edificio del centro de Budapest.
R. J. C.

RAMÓN J. CAMPO

Mi padre no hablaba de lo que pasó en Budapest salvo si alguien se lo pedía. Primero porque no presumía; luego lo pasó muy mal, con las injusticias horrorosas que vio y los supervivientes siempre callaban; y además, políticamente, fue muy complicado». Juan Carlos Sanz Briz, el hijo menor de los cinco que tuvo el diplomático zaragozano Ángel San Brin (1910-1980), quien salvó a 5.500 judíos durante el Holocausto en Budapest, habla de su padre todo lo que él calló. Destaca su papel fundamental en la Embajada de España en Hungría en la II Guerra Mundial para crear pasaportes españoles a los judíos perseguidos y los acogió en siete edificios de la capital húngara, en las que colgó la bandera española para evitar que lo asaltaran los nazis al llegar en 1944.

La actitud valiente del aragonés, que superó la política de Franco al no contestar a sus consultas en medio del conflicto, le  encumbró como ‘Justo entre las Naciones’ por su heroicidad, en 1968, y haber salvado a judíos (el dictador no le dejó que fuera a recibirlo en Israel). Este verano fue homenajeado en la capital húngara en la 15 Macabiada Europea (los Juegos Olímpicos de los judíos que moviliza a 2.300 deportistas de 42 países), y en Jerusalém, donde se inauguró una exposición de los diplomáticos españoles que ha organizado el Centro Sefarad de Israel. En el próximo otoño se prevén más eventos similares tanto en Miami (Estados Unidos) como en Estonia, donde se trasladará la exposición.

Abanderados en la Macabiada

Juan Carlos Sanz Briz viajó este verano en nombre de la familia a todos los actos conmemorativos en recuerdo de su padre y de su intervención, de la que se han cumplido 75 años. En Budapest se encontró con Eva Leitman Bohrer, una judía de 74 años que huyó de la capital húngara con su madre y hermana cuando apenas tenía 9 meses y ahora reside en Madrid. «Nos conocemos porque vamos juntos para contar la historia del Holocausto en los colegios. Eva fue refugiada por mi padre y recordó que hubieran sido aniquilados por los nazis en la marcha de la muerte», detalló el hijo de ‘Ángel de Budapest’, tal como le denominan. «Eva y yo fuimos los abanderados de los 103 atletas españoles que participaban en los juegos Macabiada, celebrados cada tres años en ciudades simbólicas como Budapest».

El hijo del diplomático aragonés precisó que Ángel Sanz Briz decidió abrir la Embajada de España en Hungría a los primeros 200 judíos húngaros, a los que convirtieron en sefardíes en los salvoconductos en un país donde residían más de 800.000. Les facilitó comida, ropa y, sobre todo, un techo protegido de los nazis. «Mi padre iba a las comisarías, a los trenes o a las carreteras para buscarlos. Había que tener coraje para salvarlos en esas condiciones», agregó su hijo.

Los siete edificios alquilados 

Pero cuando se desbordó el número de judíos, hasta 5.500, Sanz Briz tuvo que alquilar siete edificios del centro de Budapest, como si fueran anexos de la legación española para acogerlos, para albergarlos. Y además tuvieron que multiplicar y falsificar los permisos con la treta de que el número del documento no excediera la cifra máxima de los sefardíes. En algunos de esos inmuebles han quedado algunas placas que atestiguan hoy el recuerdo de ‘Ángel de Budapest’ se puede ver en numerosos lugares de la ciudad. «Tiene una calle dedicada (al norte de la ciudad) con un monumento, hay un mural pintado en un edificio en el centro (un graffiti del artista español Okuda San Miguel, inaugurado en 2016) y además está muy recordado en la Gran Sinagoga, junto a Raoul Wallenberg (un diplomático sueco que salvó a unos 100.000 judíos)», enumeró Juan Carlos Sanz Briz.

Angel Sanz Briz es recordado en la Gran Sinagoga de Budapest junto al diplomático sueco Raoul Wallenberg – R. J. C.

La visita en la Gran Sinagoga de Budapest (la segunda más grande del mundo después de la Nueva York) es muy popular entre los turistas porque muestra parte de lo que fue un país en el que murieron 565.000 judíos (la mayoría fueron deportados a campos de concentración) durante la Segunda Guerra Mundial. Al lado del edificio religioso que fue bombardeado por los nazis se puede ver un cementerio donde quedaron sepultados más de 2.000 víctimas. Solo sobrevivieron unos 120.000 después de la liberación en 1945 y en la ciudad fueron trasladados alrededor de 200.000 a los campos de exterminio como Auschwitz. La guía húngara resalta en perfecto castellano la historia del aragonés Ángel Sanz Briz y los trabajadores de la Embajada de España como parte del recuerdo de lo que ocurrió en el Holocausto. El nombre aparece mencionado en los monolitos situados en la parte trasera de la Sinagoga junto a un Memorial.

Entre los restos que aparecen exhibidos en plena calle en la capital húngara, al lado del Parlamento, se pueden contemplar documentos oficiales plastificados de la Embajada de España para aquellos judíos que nacionalizaron en 1944 colgados de un alambre. «Aplicaron una ley derogada en España», según el hijo del diplomático, «y al final les sirvieron para salvarse» de ser deportados por las autoridades húngaras que eran pro nazis.

Un documento oficial de la Embajada de España para un judío que fue reconocid como sefardíe y expuesto en el centro de Budapest. – R. J. C.

Juan Carlos Sanz Briz, de 63 años, se mostró esta semana «muy emocionado y honrado» con las celebraciones en Budapest y en Jerusalém por el reconocimiento de su padre. Cuando se le pregunta por su ciudad natal, Zaragoza, resaltó que lo ha reconocido con una plaza y un monumento situado en frente del Pabellón Príncipe Felipe, así como su nombramiento como Hijo Predilecto (1977) y recibió el premio de El Justicia de Aragón a los Derechos Humanos (1994). «Es una figura muy valorada en su ciudad y hasta se hizo un documental suyo», precisó su hijo.

El silencio público de Ángel Sanz Briz sobre lo que hizo en Budapest no le impidió al final de su carrera diplomática en ser el embajador de España en la Santa Sede, donde llegó a firmar dos concordatos con el Gobierno español. Primero fue como diplomático junto al embajador Fernando Castiella, cuando el papa era Pablo VI, y luego él era embajador con Juan Pablo II y recién nombrado el Rey Juan Carlos. «Mi padre murió de embajador, a los 69 años, de cáncer y con las botas puestas. Solo le falta ba un año para jubilarse», concluyó.

Fuente: heraldo.es

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