David Galante, un sobreviviente del Holocausto, murió hoy a los 93 años en Buenos Aires, adonde había llegado junto a su hermano al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en la que los nazis asesinaron a seis millones de judíos.
David nació en 1924 en la isla de Rodas (Grecia) e integraba una familia sefaradí, de la cual la mayoría de sus integrantes fue asesinada por el nazismo.
Le escuchamos decir en cada acto por la Shoá en el Centro Comunitario Chalom: «Hay algo que recuerdo por sobre todas las cosas y es la voz de los moribundos que antes de entregar su alma me decían ‘sálvate David. Sé fuerte. Salí de acá y contale al mundo lo que viste, lo que nos han hecho y lo que nadie, ni en su peor pesadilla, podrá jamás imaginar. Sálvate y lleva tu recuerdo por el mundo, para que nuestra muerte no sea en vano y nuestra memoria sea honrada por las generaciones venideras».
Sobre sus padres, decía que «trabajaban denodadamente para poder llevar el alimento a la mesa familiar, y así poder subsistir», hasta que los nazis ocuparon en 1943 las Islas del archipiélago Dodecaneso, a la que pertenece Rodas.
La Agencia Judía de Noticias (AJN), recordó que en un acto en el Museo del Holocausto-Shoá en 2005 David contó que a mediados de 1944 fueron enviados de Rodas al campo de exterminio de Auschwitz «en unas barcazas infames» en las que iban «los 1.800 judíos de Rodas y Cos hasta el puerto del Pireo»,
«Hacinados, sin comida, sin agua y sin ilusiones, vi a los barcos aliados mantenerse inmóviles ante nuestro paso hacia la muerte, sin oponer la menor resistencia. Vi unos trenes que nos esperaban al llegar a Grecia. ‘Ocho caballos u ochenta personas’, decía la inscripción en el exterior del vagón», recordó.
También contaba que había sobrevivido «casi por milagro», ya que de aquellas 1.800 personas «unos 300 quedamos para el trabajo y al resto los eliminaron desde el principio, entre ellos a mis padres».
De esas 300 personas sobrevivieron 160, ya que el resto murió trabajando, de hambre, de frío o por las enfermedades letales que contraían en los campos de concentración.
«Al poco tiempo de estar allí, nos dimos cuenta de lo que pasaba en los crematorios. El viento traía las cenizas y se nos venían encima los restos de los cuerpos», explicaba. Los nazis asesinaron a sus padres y a tres hermanas.
Cuando los aliados vencieron a los nazis y liberaron a los prisioneros, David volvió a Rodas. Allí, a través de Radio Vaticano -que difundía los nombres de los sobrevivientes- escuchó que mencionaban a un hermano y fue a buscarlo a Roma. Desde allí se embarcaron como polizontes a Buenos Aires, donde ya vivía otro hermano desde antes de la guerra.
David -a quien los nazis le tatuaron en un brazo el número B 7328- contaba que en esa época estaba vigente una circular 11 del Ministerio de Relaciones Exteriores argentino, que había sido firmada por el presidente Roberto Ortiz, según la cual no se daban visas a «personas que hubiesen sido expulsadas de su país por sus ideas políticas u origen racial».
Entonces los hermanos Galante trabajaron indocumentados hasta que se les permitió la regularización. Igual, estuvieron 15 días detenidos por haber llegado a la Argentina como polizontes.
La circular de Ortiz -firmada además por el canciller José María Cantilo- fue derogada recién en 2005 por el canciller Rafael Bielsa, durante el Gobierno de Néstor Kirchner.
Padre y abuelo (tuvo dos hijos, Sandra y Ezequiel, y dos nietos), David decía: «Mi vida fue distinta después de esto, como una liberación. Como si mi liberación real hubiera sido cuando pude empezar a hablar. Además, no había muchos que quisieran escuchar lo que teníamos para decir, no creían lo que contábamos, o nos creían locos, así que opté por el silencio» nos contaba.
Su historia quedó plasmada en un libro que tituló «Un día más de vida. La odisea de David Galante» y que narró a su ahijado Martín Hazan.
Tuvimos -Marcelo y yo- la gran alegría de acompañar a David junto a su esposa Raquel en su vuelta a Rodas en 2008. Un viaje que nos hizo muy cercanos y amigos.
Ellos ya habían vuelto años antes, pero la angustia y los recuerdos dolorosos jugaron una mala pasada y no encontró los lugares que buscaba. Juntos pudimos localizar su casa, o lo que quedaba de ella ahora convertida en un restaurante, Marcelo se acercó al dueño y le contó porqué estábamos allí y el señor muy conmovido nos invito a pasar, nos permitió recorrer el lugar, inclusive lo que no estaba abierto al publico. Pudimos llegar junto a la muralla, donde estaba su habitación y escuchar sus historia de niño en ese lugar, mirando a «la mar» desde el mismo espacio de su niñez.
Esta y muchas otras aventuras vivimos juntos los 4 explorando la nueva Rodas desde los ojos de David niño, dónde había sido su primer trabajo, las calles donde jugaba, la casa de la partera que lo trajo a mundo, la panadería, la escuela, el templo Chalom «el original» según sus palabras… También los lugares del dolor, el edificio de la Aeronáutica donde los apartaron, la habitación donde hacinados tuvieron que esperar hasta que los embarcaron… Nos sumergimos en su mundo pasado y presente.
Compartimos allí un acto de homenaje a varios sobrevivientes y presenciamos su reencuentro con ellos, las lagrimas, la alegría, las caras que ya no eran de los niños que recordaban… Y nosotros allí, tratando de registra todo para que le quedara de recuerdo.
Fue una experiencia única, conmovedora, irreproducible, que nos unión con un lazo invisible para siempre. También ahora me doy cuenta que fue la ultima vez que piso su tierra natal.
Quien conoció a David tuvo la oportunidad de conocer a un hombre bonachón, de cara bondadosa, de habla pausada, de pensamiento lúcido y realista, hablando de su dolor y sus angustias pasadas pero con una mirada de orgullo, «soy la voz de los que no pudieron salir» y lo que logré en la vida es un homenaje para ellos.
Nos harás falta… Extrañaremos tu modo de hablar medio en ladino medio en castellano, tu mirada y tus historias.
Llora nuestra alma por el amigo que ya nos está entre nosotros. Seguro estará en Ganeden abrazando a sus queridos perdidos años antes.
Adiós amigo, estarás siempre en nuestro recuerdo y en nuestro corazón!
¡Mas por ninguno, NO!
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DAVID ENCUENTRA SU CASA DE RODAS
DAVID GALANTE – RETORNO A RODAS
Liliana y Marcelo Benveniste
eSefarad