La investigadora Christiane Stallaert equiparó ambos procesos represivos.
Por ADRIANA CARRASCO
En el auditorio de la Universidad Maimónides, el sábado la hispanista y antropóloga belga Christiane Stallaert intenta explicar por qué Santiago matamoros es un ícono de la España del siglo XV y el emblema de la Thule Gesellschaft de 1919, sombrío anticipo del régimen nazi.
El marco es el IV Simposio Internacional de Estudios Sefardíes . El trabajo de Stallaert consiste en establecer correspondencias entre los métodos y razones de la Inquisición española y los del Estado nacionalsocialista.
El momento es oportuno, porque algunos partidos de derecha europeos plantean hoy las desventajas del multiculturalismo. Planteo concebido desde el fracaso de sus políticas “asimilacionistas”. En medio de estos discursos aparece en Noruega el autor del doble atentado de Oslo, Anders Behring Breivik, que osó exhibir en su uniforme militar la calavera de la SS traspasada por la espada de Santiago, símbolo de los templarios.Demuestra que el pasado no es otra cosa que un anclaje del presente.
Sobre esta pantalla que no deja de remitir a hechos de la actualidad, Stallaert reconoce que los métodos aplicados por los inquisidores españoles y los nazis en pos de lograr una población homogénea y obediente fueron algo diferentes, aunque en el fondo no tanto. “Si la crueldad alemana se distingue por su fulminante intensidad, el caso español se caracteriza por su tenacidad y longevidad”, señala.
Hay otra diferencia. La política hispana fue inicialmente asimilacionista y empujó a las conversiones masivas al cristianismo. Pero luego ese impulso inicial dio lugar al etnicismo, a los estatutos de limpieza de sangre y a la expulsión de judíos y moriscos. En cambio, la estrategia de la Alemania nazi fue segregacionista desde un comienzo. Pero en ambos casos, para la antropóloga, las razones estriban en un narcisismo etnicista por parte del perpetrador, antes que en un antisemitismo previo.
En el auditorio dos imágenes del santo patrono de España –del matamoros– explican el mecanismo etnicista. La primera muestra al santo representado con su bastón de peregrino, es la metáfora de una comunidad cristiana constituida como casta. Fueron tres grupos humanos bastante estables que convivieron durante 8 siglos en la Península ibérica. Pero el acento está puesto en la segunda imagen, la del santo montado en córcel blanco, que ilustraba la tapa de un popular libro de lectura del período franquista. Inquietante, Santiago Matamoros.
A partir de 1381 los cristianos exigen conversiones masivas. El quiebre llega en 1492, con la expulsión de los judíos, y en 1609, con la de los moriscos. El Tribunal de la Inquisición es la herramienta de poder y control que conduce a la construcción de una identidad fija en torno de la ley cristiana.
“Como lo hizo la Alemania nazi a través del concepto de Gleichschaltung , que traduzco como sincronización de la sociedad, el Tribunal del Santo Oficio operó para lograr la homogeneización de la sociedad hispánica tanto en el nivel de las costumbres y los comportamientos como en el del pensamiento”, afirma Stallaert. Al Santo Oficio vinieron a sumarse en el Siglo de Oro los estatutos de limpieza de sangre. Tanto para tener un cargo público como para ingresar en una orden religiosa o viajar a América era preciso demostrar “pureza de sangre”.
Este panorama condujo más tarde a dos visiones de España: la casticista y la liberal. A esto se refería Antonio Machado con aquello de “una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.
Aquella España, la del emblema de la Inquisición, y aquella Alemania, la de la cruz gamada en el escudo de la Thule Gesellschaft. La escrupulosidad de las deportaciones y la confluencia de las metodologías. Aquella España de Francisco Franco, que sostenía que los judíos eran como la luz a través del cristal: podían pasar por el territorio pero no permanecer. Todo aquello, que se actualiza en Oslo de la mano de un nostálgico de la espada de Santiago.
Nota de Clarin 23/8/2011
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