COLEGIO NACIONAL DE MONSERRAT DE CÓRDOBA. ORÍGENES DE SU FUNDACIÓN por Marcos Edgardo Azerrad

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El Colegio Nacional de Monserrat de Córdoba, constituye uno de los centros educativos más prestigiosos e importantes de la República Argentina. Pertenece a la Universidad Nacional de Córdoba, llamada “La Casa de Trejo”, fundada el 19 de junio de 1613, siendo la Universidad más antigua de la República Argentina. Precisamente el fundador del Colegio Monserrat fue el Presbítero, Dr. Ignacio Duarte de Quirós, hijo de judeo conversos portugueses, tanto su padre Don Simón Duarte (éste último investigado por el Tribunal de la Inquisición), como su madre, Doña María de Quirós, cuya familia fue rama portuguesa de ilustre linaje de Asturias .

El origen converso como así también la familia a la cual pertenecía el Presbítero Duarte Quirós, se sostiene con una sólida investigación avalada por setenta documentos de distintas fuentes históricas.

En tal sentido, sostiene de manera categórica el Profesor Luis Martínez Villada que “En Córdoba, Simón Duarte (padre del Dr. Ignacio Duarte de Quirós), fue el primero de los mercaderes cristianos, como fue el primero del linaje de conversos y ambos portugueses, Diego López de Lisboa, cuyo nombre, como el de Duarte, sería ilustrado por la fama de sus hijos. Y fueron precisamente de “nación portuguesa”, como entonces se decía, los más hábiles emprendedores y los que contaban con más representantes del linaje de cristianos nuevos” (Martínez Villada, Luis –Universidad Nacional de Córdoba- (1937: 1/12).

El Real Colegio de Monserrat fue autorizado por Cédula del Rey de España, Carlos II, con fecha 1° de agosto de 1687. Desde sus comienzos estuvo dirigido por la Orden de los Jesuitas, hasta su expulsión en el año 1767. Con posterioridad, y a partir del año 1782 se hacen cargo los Franciscanos y deciden trasladar la sede de dicho Colegio, a la casa paterna del fundador, que es su ubicación actual.
Simón Duarte con su esposa Doña María Quirós, tuvieron cuatro hijos, a saber: Luis, Ignacio, Gertrudis y María. Los dos primeros ingresaron como novicios a la Compañía Religiosa. El primero de los nombrados ingresa el 11 de agosto de 1641 y otorga su padre por escritura pública una disposición de bienes tanto a favor del primero de los nombrados, como así también posteriormente a su otro hijo Ignacio Duarte, (Dote religiosa, véase página 9 y sgtes obra citada), desprendiéndose Simón Duarte de la totalidad de su patrimonio.

Era común y frecuente que muchas familias judeoconversas, para despistar, disimular y no despertar sospechas, hacían ingresar a sus hijos precisamente a las instituciones religiosas de la época, ya sean Jesuitas, Franciscanos o de otra orden religiosa. Existen innumerables casos y evidencias que avalan esta afirmación. Así por ejemplo, entre muchos autores, lo señala Günter Böhm cuando refiere que por Real Cédula del 27 de octubre de 1603, había reiteradas denuncias sobre la existencia de la presencia de clérigos portugueses de origen judío en el Nuevo Mundo. Una de ellas se refiere precisamente nada menos que el Obispo de Tucumán, Fray Francisco de Vitoria (Véase “Judeos Conversos Portugueses en el Río de La Plata” y en particular el título “Los clérigos “Portugueses” en las Américas”).

Cabe señalar, que Simón Duarte era un acaudalado comerciante que se dedicaba entre otros rubros al traslado de ganado mular hacia el Alto Perú (Potosí, Esteco, Ruta de Tucumán), con un socio de apellido Sevilla a quienes acusaron de prácticas judaizantes. Su actividad era polifacética, porque además su competencia profesional lo hacía llamar como tasador y perito en sucesiones, además de haber adquirido innumerables propiedades inmuebles en zonas privilegiadas y centrales de la naciente Córdoba y ser representante y corresponsal en dicha Ciudad de reconocidos comerciantes portugueses radicados en Buenos Aires, como el Escribano Pedro de Roxas y Azevedo, entre otros.

Un hecho que llamó poderosamente la atención, fue el casamiento de su hija María en el año 1634 (con una considerable y respetable dote matrimonial), con Bernardo de Espinosa, pretendiente venido desde muy lejos, desde Esteco “y que por todo bien trajo a Córdoba la ropa puesta y dos carretas” , a pesar de la existencia numerosa de reconocidos e hidalgos candidatos de buena fortuna, que existían en Córdoba. Es que hay un dato sumamente importante y que no es menor, toda vez que los judíos en aquella época, solo se casaban entre judíos por temor a la delación de sus familiares no judíos. La infidencia podía significar la muerte o bien la pérdida de los bienes y la cárcel. En tal sentido casarse con alguna persona de otra religión, podía llegar a significar un grave peligro para sus vidas, el que una pareja cristiana se enterara de la verdadera fe de su cónyuge (Liebman, Seymour, ob. cit: (1986:48).

Ahora bien, para ubicarnos de cara en el contexto histórico es oportuno señalar que el punto más álgido de las persecuciones a los judíos llevadas a cabo por el Santo Oficio por el Tribunal de la Inquisición de Lima, se desarrolla en el período que transcurre entre 1634 y 1639; en efecto, “Hasta abril de 1649 Lima, Perú, se había destacado por haber realizado el mayor auto de fe en el Nuevo Mundo –el 23 de enero de 1639- que incluyó a 61 judíos de los cuales 11 (contando uno muerto con anterioridad), fueron llevados a la hoguera. Los que permanecerían vivos serían azotados en público; algunos serían enviados a trabajar como galeotes o recibirían otro tipo de penas. La Inquisición llamó “portugueses” a todos los criptojudíos, independientemente del lugar donde hubiesen nacido: “Portugués”, era sinónimo de “judío”. Desde 1580 hasta mediados del Siglo XVII se ve florecer las comunidades judías de México, Veracruz, Medellín, Lima, Potosí, Tucumán y Córdoba..etc. Paralelamente con las investigaciones que practicaba el Tribunal de la Inquisición, se confiscaban los bienes de las personas investigadas y además en muchos casos debían soportar la crueldad de la prisión en condiciones inhumanas. Existió en esa época una verdadera caza de brujas, una cacería perversa y cruel en muchos casos para apropiarse de los bienes y así pues, cundió el pánico, el miedo y la delación por doquier. Así las cosas, el Tribunal de la Inquisición de Lima, por auto inquisitorial de fecha 22 de diciembre de 1635, ordenó que se hiciera averiguación secreta sobre varios portugueses que moraban su jurisdicción, disponiendo que se tomara declaración jurada a Simón Duarte, radicado en Córdoba. La materia del interrogatorio versaba sobre el portugués Diego López de Fonseca, a quién Duarte declaró haber conocido 28 años atrás. También fue interrogado sobre temas vinculado a la limpieza de sangre. En tal sentido, cumplió la orden Antonio Rosillo, temido Comisario del Santo Oficio, con jurisdicción en Córdoba.

Cabe señalar, que los Siglos XVI y XVII constituyeron en España, Portugal e Hispanoamérica, el período de mayor auge de la persecución contra los conversos, criptojudíos (cristianos nuevos). Concomitantemente y en esa época precisamente los judíos tenían el control absoluto del comercio en una amplia zona de México, Perú y el Río de la Plata. Así pues, el investigador Manuel Cervera señala en Historia de la Ciudad y Provincia de Santa Fe, que dos tercios de los 200 habitantes de Santa Fe en el censo poblacional del año 1643, “no poseían licencia de pureza de sangre”, destacando en tal sentido, el Dr. Marcos Curzón, que el 25% de dicha población era de origen “portugués”, lo que equivalía a decir “judío”. Esta identificación es sostenida en iguales términos por otros autorizados investigadores como Boleslao Lewin y José Toribio Medina entre otros. Para mayor abundamiento, señalamos que el Tribunal de la Inquisición de Lima fue creado en el año 1570, el de México en 1571 y el de Cartagena de Indias en el año 1610 respectivamente.

Hemos afirmado conjuntamente con el distinguido colega, Adolfo Kuznitzky, que “La Inquisición estableció un procedimiento secreto, frío y cruel, donde el justiciable no tenía derechos y muy por el contrario, estaba acuciado por el miedo, el horror y el temor, donde el tormento en sus más distintas escalas era moneda corriente en la sustanciación de los juicios. Procesos sin las garantías suficientes, donde la carga de la prueba se invertía y sin la presunción de inocencia llevaba en la mayoría de los casos a una condena segura. Se constituyó en un instrumento temible, despiadado y cruel de control social y persecución, donde alcanzaba a todas las escalas y estratos sociales del que nadie podía escapar, desde el más humilde de los súbditos, hasta cristianos viejos o lindos, conversos, criptojudíos (éstos en secreto profesan la religión judía), hombres y mujeres de todas las condiciones sociales, eran escudriñados celosa y escrupulosamente, por un Tribunal implacable junto a los secuaces y alcahuetes que los secundaban”…[…] “La tentación autoritaria es un reflejo recurrente en muchos lugares del mundo y en diferentes sociedades modernas, fenómeno este que también se advierte en la Región Latinoamericana. El oscurantismo sigue vigente aún en pequeños sectores retrógrados, reaccionarios y conservadores en nuestra propia sociedad. Recurrentemente se pretende hacer retroceder las garantías legítimamente recuperadas”.

La historia de los criptojudíos y sus descendientes no ha sido investigada adecuadamente y menos aún por la historia oficial, cuyo relato oculta deliberadamente el origen verdadero de estos héroes anónimos que tuvieron que soportar la violencia medieval. Por ello, con acierto entonces afirma Kamen que “En realidad, los inquisidores eran a la vez juez y jurado, acusación y defensa y la suerte del proceso dependía enteramente del humor y carácter de los inquisidores”.

Consecuentemente coincidimos con las afirmaciones del prestigioso investigador Charles Lea, cuando sostiene que en lo esencial no es solo la cantidad de seres humanos que la Inquisición mandó al quemadero, envió a las galeras u obligó a usar sambenitos; más que la mera contabilidad de los seres humanos despojados, humillados y ultrajados, fundamentalmente lo que debe ser condenado es la doctrina por la que se mentalizó a los inquisidores en una obligación inexorable de ser verdugos y en el funcionamiento de un sistema jurídico perverso.

Quizás más contundente, haya sido Michel Foucault cuando sostuvo categóricamente que “el primer grado de tortura era la visión de los instrumentos” (Discipline and punish: the birth of de prisión, Allen Lane, Londres, 1977).

Simón Duarte estaba relacionado con una red comercial que se extendía desde México, el Alto Perú hasta el Río de La Plata, y precisamente todas sus relaciones eran portugueses; así pues, se vinculó con Diego López de Lisboa y sus hijos Antonio Rodríguez de León, que no fue otro que el famoso Antonio León Pinelo y el Prebístero Juan Rodríguez de León. Independientemente de la conversión de León Pinelo, la Comunidad Judía de Lima (Perú), lo ha reconocido y reivindicado designando con su nombre a un establecimiento judío de la red educativa primaria de la Ciudad de Lima. (Cfe: Iton Gadol, Edición del día 27 de Mayo de 2015, Buenos Aires). Por otra parte, es válido destacar que las relaciones comerciales se extendían no solo en el Nuevo Mundo, sino también en España y Portugal, incluyendo los asentamientos de Ámsterdam. Un dato que vale la pena destacar, es el referido a la relación existente entre Duarte, Ardiles y López de Lisboa; en efecto, Duarte presta con Miguel Ardiles fianza comercial a López de Lisboa en 1621; precisamente, el último de los nombrados, vivió en una casa de Ardiles, donde allí celebraba reuniones “a raíz de las cuales le imputaron que judaizaba en secreto” (Martínez Villada: (1937:8). Duarte, a su vez, se constituyó en fiador de Ardiles para las ventas de la bodega que tenía a ocho leguas de Córdoba).

El entramado y las relaciones comerciales y vínculos comunes entre los comerciantes portugueses, es señalado en un trabajo de reciente investigación de Martín Wasserman; en efecto, sostiene el investigador de UBA-CONICET, que “En 1626, el notable vecino porteño Pedro de Roxas y Azevedo (escribano, propietario de diversas unidades productivas, pero sobre todo gran comerciante), designa a Ruy de Sosa y a Simón Duarte como corresponsales en Córdoba y a Diego López de Lisboa y a Fernando López Correa en Potosí”. El apoderamiento de los nombrados en su carácter de representantes y corresponsables confiriéndoles facultades necesarias para realizar gestiones y cobranzas comerciales para el cumplimiento de su misión. Y destaca que “Diego de Vega (reconocido portugués converso avecindado en Buenos Aires y ante todo suegro de Roxas y Azevedo”. Como vemos el vínculo contractual asigna nombres propios a la integración interregional del espacio económico de la región, comprendida entre Buenos Aires, Córdoba, Santiago del Estero y Potosí, concluyendo que “Los portugueses constituían una parte central sumamente dinámica de la sociedad porteña. Como sabemos “portugués” y “judío” se volvieron atributos intercambiables e identificables en la sociedad hispanoamericana, que disponía de Tribunales de la Santa Inquisición en Lima, México y Cartagena (Barnadas 1990:199). En efecto, la cantidad de portugueses migrantes hacia el Río de La Plata, aumentó cuando se instaló en Brasil un Tribunal del Santo Oficio, uno de los principales puertos destinatarios de esta afluencia migratoria, junto a Cartagena, Lima y Veracruz, en donde el origen lusitano, también se ofrecía como significante de “cristiano nuevo” (Garcia de León, 200:47). En definitiva, estos portugueses llegaron en su momento a constituir redes territoriales y estrategias en común a la hora de organizar sus negocios y defender los intereses en común. En lo que concierne a nuestro trabajo, advertimos que Simón Duarte, judeo converso, vinculado a importantes redes comerciales de portugueses, formó parte integrante de ese grupo, a partir del conocimiento y relación existente entre los nombrados.

Como dato complementario e ilustrativo, señalamos que Ruy de Sosa y Simón Duarte eran socios comerciales y ambos portugueses (Martínez Villada, (1937:7).

Cabe señalar, que los judíos que se convertían, lo hacían para evitar la pena de muerte y por lo tanto, la mayoría se mantenía fiel a sus creencias ancestrales. Por otra parte, cuando a los judíos conversos portugueses se lo investigaban, no sólo era el propósito de denunciarlos, sino también en muchos casos chantajearlos, expoliarlos y quedarse con sus bienes.

Un caso paradigmático, fue el de Francisco Maldonado de Silva quien el 23 de enero de 1639, es relajado (relajado significaba “quemado vivo”); este proceso se llamó, junto con otros “Complicidad Grande”. En México sobre 109 procesos contra judeo conversos implicados, 13 murieron en la hoguera. En 1640 se pone término a la fusión de las dos coronas (Española y Portuguesa), lo que asegura un control más estricto en lo que se refiere a la inmigración del elemento extranjero en la América Española, sobre todo si es portugués.

En esa línea de pensamiento, es válido reiterar (por el análisis, hechos, conexidad y acontecimientos del contexto histórico) que en el año 1639, se desarrolló un gigantesco Auto de Fe en Lima, considerado el más sangriento de cuanto registran los anales de la Inquisición Hispanoamericana. El 23 de enero, Francisco Maldonado de Silva es quemado vivo por la Inquisición en Los Reyes (Lima). Muere también en la hoguera, el financista Manuel Bautista Pérez

Cabe señalar que por el Colegio Nacional de Monserrat, cursaron sus estudios tres presidentes argentinos, entre ellos Nicolás Avellaneda (Recordemos la “Ley Avellaneda” sancionada el 19 de octubre de 1876, llamada comúnmente Ley de Inmigración y Colonización N°817, que otorgó el marco jurídico para el flujo migratorio y el proceso colonizador), Santiago Derqui y Figueroa Alcorta, además de otras personalidades como Dalmacio Vélez Sarsfield, (el civilista más importante de nuestra historia nacional), Joaquín Víctor González, eximio jurista, autor de importantes obras jurídicas, entre ellas el Manual de la Constitución Argentina y fundador en 1905 de la Universidad Nacional de La Plata, y Arturo Capdevila entre otros. También podemos mencionar que entre los alumnos más destacados figuran los líderes de la célebre e inolvidable Reforma Universitaria de 1918, vigente aún para los tiempos, para todos los tiempos: (“LOS DOLORES QUE QUEDAN, SON LAS LIBERTADES QUE FALTAN”) que posteriormente se extendería a toda América Latina: Deodoro Roca y Arturo Orgáz, entre otros.

Personalmente tuve el honor de conocer esas históricas aulas, toda vez que como alumno regular de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba, cursé en esos pupitres la asignatura Filosofía del Derecho durante el año 1972, que dictaba el prestigioso y eminente Profesor Santiago Monserrat. En el patio central del Colegio Monserrat, se puede advertir el Escudo del Colegio que impulsó su fundador, Dr. Ignacio Duarte de Quirós, donde figuran dos llaves que se entrecruzan en su parte superior. Entonces vienen a mi memoria, la poesía de Jorge Luis Borges (“UNA LLAVE DE SALÓNICA”), que dice

ABRAVANEL, FARÍAS O PINEDO
ARROJADOS DE ESPAÑA POR IMPÍA PERSECUCIÓN
CONSERVAN TODAVÍA LA LLAVE DE
UNA CASA DE TOLEDO

Como dato histórico relevante, es válido destacar que en el año 1661, la Estancia Caroya –Ruta de las Estancias Jesuíticas- fue adquirida por el Prebístero Ignacio Duarte de Quirós, fundador del Colegio Convictorio de Monserrat, quién la donó para sostenimiento de dicho Colegio y para que sirviera de residencia de vacaciones para los internos del mismo.

PARADOJAS DEL DESTINO

Conforme a la investigación practicada, surge de manera clara e inequívoca que el fundador del histórico Colegio Nacional de Monserrat de Córdoba, fue fundado por el Presbítero Dr. Ignacio Duarte de Quirós (cristiano nuevo, si nos atenemos a la calificación de la época), hijo de judeoconversos portugueses, tanto su padre Don Simón Duarte (investigado por el Tribunal de la Inquisición), como su madre Doña María Quirós, de ilustre linaje de Asturias.

Paradójicamente, en otro Colegio de la época, como el histórico Real Colegio de San Carlos de 1772 (que con el tiempo se convirtió en el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde estudiaron entre otros Manuel Belgrano, Mariano Moreno y por supuesto muchos más), en los Reglamentos del Acta Fundacional se prescribía una clausula verdaderamente discriminatoria y de matriz antisemita; en efecto, para ingresar al mismo entre otras exigencias o requisitos para su admisibilidad, se estableció rigurosa y escrupulosamente que “los alumnos debían ser de la primera clase, hijos legítimos que sepan leer y escribir suficientemente, cristianos viejos, limpios de toda mácula y raza de moros y judíos”.

Finalmente como dato histórico de relevancia, debemos destacar que la Manzana Jesuítica (donde está ubicado precisamente entre otros el 1) Colegio Nacional de Monserrat, sito en Obispo Trejo y Duarte Quirós, (D.Quirós 294); 2) Museo de la Universidad Nacional de Córdoba (Obispo Trejo N°242) (donde hasta hace unos años se dictaban las clases de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la U.N.C.); 3) Iglesia de la Compañía de Jesús (Obispo Trejo 221); 4) Capilla Doméstica: Caseros 121 y 5) Museo San Alberto, sito en Caseros 124, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, el día 1° de Diciembre del año 2.000.-

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Dr. Marcos Edgardo Azerrad

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