En Aragón, sorprende con su castillo milenario, su judería medieval y una naturaleza salvaje que lo convierte en un destino único.
Hay destinos que aparecen en todos los rankings y otros, como Biel, que pasan desapercibidos a pesar de su belleza indiscutible. Situado en la comarca de las Cinco Villas, a apenas 96 kilómetros de Zaragoza, este pequeño pueblo aragonés atesora una combinación única de historia, arquitectura, tradición y naturaleza que lo convierte, sin exagerar, en uno de los pueblos más bonitos de España.
Biel es, además, uno de los núcleos medievales mejor conservados de Aragón. Su atmósfera auténtica, lejos de la masificación y el turismo de escaparate, enamora a quien lo visita. No es un decorado: es un pueblo vivo, que ha resistido el paso de los siglos sin perder su alma.
Una joya medieval en las montañas aragonesas
Lo primero que impacta al llegar a Biel es su imponente castillo, construido en el siglo XI por Sancho III el Mayor. Desde lo alto de un cerro, este coloso de piedra domina el paisaje, como lo hizo durante siglos cuando defendía los límites del recién nacido Reino de Aragón. Declarado Bien de Interés Cultural, conserva su torreón y una silueta majestuosa que brilla especialmente al atardecer.
A los pies del castillo se alza la Iglesia de San Martín, de origen románico, reformada en el siglo XVI. Su elegante sobriedad encaja a la perfección en el conjunto urbano, donde cada callejuela y cada fachada cuentan una historia.
Una judería histórica y un legado sefardí de valor incalculable
Biel no solo destaca por su arquitectura defensiva, sino también por su pasado judío. En el siglo XV, su aljama fue la segunda más importante de Zaragoza (tras la de Ejea), y más de la mitad de su población era sefardí. Aunque muchas huellas materiales se han perdido, el trazado urbano conserva aún la esencia de esa época. Pasear por su judería es viajar en el tiempo.
Naturaleza en estado puro y rutas para desconectar
Rodeado por la Sierra de Santo Domingo y bañado por el río Arba, Biel es también un paraíso para los amantes del senderismo y el astroturismo. Entre sus rutas más recomendadas se encuentra la Senda interpretativa del río Arba, ideal para quienes buscan una experiencia donde se mezclen historia, naturaleza y tranquilidad.
Además, la zona es un lugar privilegiado para la observación de aves rapaces y los cielos limpios lo convierten en un destino perfecto para los aficionados a la astronomía.
Fiestas, tradición y autenticidad sin artificios
Lejos del turismo de postal, Biel mantiene vivas sus tradiciones con autenticidad. Sus fiestas patronales, en honor a Santiago Apóstol y Santa Ana, llenan el pueblo de alegría cada mes de julio. La Semana Santa, con sus peculiares procesiones y subasta de pasos, lleva más de un siglo involucrando a mujeres en roles protagonistas.
Aquí, nada está pensado para el turista, y eso es precisamente lo que lo hace tan especial. En Biel no te esperan con souvenirs, sino con hospitalidad, silencio, aire limpio y la calidez de quienes aún saludan por la calle aunque no te conozcan.
¿Por qué deberías visitar Biel?
Porque es uno de los pueblos más infravalorados de España, y también uno de los más bellos. Porque tiene historia, paisaje, arquitectura y alma. Y porque a veces, los destinos más auténticos son los que aún no han sido descubiertos por las masas.
Si buscas un lugar con encanto, historia y naturaleza en Aragón, apúntalo: Biel. El pueblo que lo tiene todo, pero que no presume de nada.
Fuente: La Gaceta | 24.7.2025