Asalto a la judería de Estella (1328): «Me dejaron desnudo en medio de los cadáveres»
El historiador navarro Jaime Aznar ha publicado en el último número de la revista La Aventura de la Historia un artículo sobre el asalto estellés con testimonios que recuerdan «al gueto de Varsovia en el siglo XX»
Las imágenes de decenas de cuerpos desnudos y tirados en grandes zanjas, muertos la mayoría, han quedado para siempre ligadas al Holocausto y a la historia más negra del siglo XX. Sin embargo, no son exclusivas de esa época. En Navarra, en el siglo XIV, se produjo un brote de antisemitismo del que el asalto a la judería de Estella de 1328 es su más bárbaro exponente. Y este episodio dejó testimonios, como el de Menahem ben Zerah, que recuerdan a los de un campo de exterminio: «Solo yo, de la familia de mi padre, me salvé, herido, golpeado, abatido, porque veinticinco malvados me golpearon y me hirieron. Fui dejado desnudo en medio de los cadáveres, desde el atardecer a la medianoche».
El historiador navarro Jaime Aznar ha publicado en el último número de la revista La Aventura de la Historia un artículo sobre el asalto estellés, en el que recoge la citada descripción de Ben Zerah, que en una conversación con Diario de Navarra compara con «una imagen del gueto de Varsovia«.
Ben Zerah había nacido en Estella alrededor de 1308. «Era hijo de Aharón ben Zerah, un refugiado judío que había tenido que abandonar Francia tras la expulsión de 1306. En 1324 se casó con la hija del rabino Benjamín Abitz, quien enseñaba la Torá. Durante la matanza de 1328 Menahem perdió a sus padres y cuatro hermanos. Él logró sobrevivir, ya que los asaltantes le habían dado por muerto», escribe Aznar.
Pero empecemos por el principio. En el siglo XIV, antes incluso de la llegada de la peste negra, una oleada de sentimientos antijudíos recorrió Europa. La cruzada de los pastores o «pastorelos» la canalizó: un líder iluminado organizó una expedición para dirigirse a Granada que degeneró en una campaña de terror contra los judíos, con matanzas en Francia y Aragón. En Navarra, además, se sumaba a este caldo de cultivo la inestabilidad política provocada por la muerte del rey Carlos IV de Francia y I de Navarra. Sus sucesores, Felipe y Juana, estaban lejos, en París, y a este lado de los Pirineos cundía el descontento por la ausencia de sus gobernantes. Ben Zerah considera que fue esta relativa anarquía la que abrió las puertas a la barbarie: «Muerto el rey de Francia, que era a la vez rey de Navarra, las gentes del pueblo se alzaron y confabularon para destruir, matar y exterminar a todos los judíos de su reino«.
Estella se había convertido en un importante enclave del Camino de Santiago, en el que más del 10% de su población era judía. «En un principio los hebreos se encontraban agrupados en la judería vieja de Elgacena, entre el barrio de San Martín y el castillo que coronaba la Cruz de los Castillos. A comienzos del siglo XII fueron realojados en la Judería Nueva, algo más al este y al abrigo del castillo de Belmecher», leemos en el artículo de Aznar.
La tensión estalló la noche del 5 al 6 marzo de 1328. Hubo un ataque contra la judería y muchos de sus habitantes fueron asesinados; sus propiedades, saqueadas y reducidas a cenizas. Jaime Aznar explica a Diario de Navarra que al estudiar este episodio «se pasa de lo que parece un ataque convencional fruto del fanatismo o de los prejuicios a una subtrama que tiene una motivación económica y que recuerda a un crimen perfecto, porque hay intereses detrás de nobles que pretendían borrar sus huellas y aprovechan la circunstancias para sus fines particulares».
No en vano, las crónicas culparon a Pedro de Ollogoyen, «un fraile del convento de San Francisco cuyas prédicas habían encendido los ánimos de la población». Sin embargo, «gracias a los procesos de la época conocemos la implicación de varios miembros de la baja nobleza, que gozaban de influencia en la zona de Estella. Estos linajes habían contraído deudas con los prestamistas de la judería y vieron la oportunidad de liquidarlas en aquel clima de incertidumbre», relata Aznar.
La violencia se propagó con inusitada rapidez y afectó a varias juderías de la Merindad de Estella. Así, la cifra total de muertos en Navarra, según la historiografía tradicional, ascendería a entre 6.000 y 10.000 asesinados, si bien son estimaciones «poco realistas». Lo indudable es que la judería de Estella quedó seriamente afectada, «tanto desde un punto de vista económico como demográfico, y jamás llegó a recuperarse por completo«, concluye el historiador navarro.
Por JAVIER IBORRA
Fuente: Diario de Navarra | 27/02/2023
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