Almería sefardí, el legado oculto – Miguel Blanco

Aunque apenas quedan restos de la estancia de las comunidades judías en Almería, su legado sigue vigente y atrae turistas europeos que recorren las calles donde, hace siglos, se ubicaron las juderías de la ciudad.

Desde la época del Imperio Romano y hasta su expulsión a finales del siglo XV, la comunidad judía fue la dinamizadora del comercio en las ciudades con más actividad económica de la Península Ibérica. Una de ellas era Almería, incluso antes de ser Almería. Su legado ha quedado en forma de tradiciones y gastronomía, aunque el patrimonio ha desaparecido, víctima del paso de los siglos y la persecución a que fue sometido este pueblo, sobre todo a partir de la creación de la Inquisición.

Desde la época de Bayyana como principal localidad de nuestra actual provincia, e incluso en tiempos de Urci, los judíos venían teniendo un papel relevante, que se vio impulsado con el crecimiento del puerto a partir del siglo X. En la ciudad, vivieron dos momentos de esplendor, con dos juderías identificadas: una en Pescadería y otra en el entorno de las calles Marín y de las Tiendas. Es una historia, unas raíces de la ciudad y la provincia, olvidada durante siglos, desde que los Reyes Católicos dictaran el edicto de expulsión a todo el que no se convirtiera. Un legado que se está empezando a visibilizar y ya da sus frutos como atractivo turístico.

El origen de la comunidad judía de Almería está en lo que hoy es Pechina, en la antigua Bayyana. El puerto comercial de Bayyana ya estaba donde hoy lo hace el puerto de Almería y los estudiosos consideran que ya habría un asentamiento en esa zona del puerto desde años atrás. Pero el grueso de la comunidad judía empieza a venir a la actual ciudad de Almería desde Bayyana cuando Abderramán III decide instalar aquí la flota califal, en el siglo X. En el año 955 se manda construir la Alcazaba y a partir de ahí empieza a crecer la ciudad, atrayendo a la comunidad judía. Esta se establece en un arrabal fuera de la medina, cuya muralla iba desde la actual calle de la Reina hasta la avenida del Mar. A continuación, se desplegaba el llamado ‘arrabal del aljibe’, donde se asentó la comunidad judía.

“Trabajaban en labores comerciales relacionadas con el tráfico marítimo de larga distancia; con Alejandría, por ejemplo”, explica Carmelo López Carrique, presidente de la asociación Maguén Sefarad. En una sinagoga antigua de El Cairo se encontraron “miles de cartas comerciales donde aparecían transacciones de judíos de Almería con judíos de Alejandría, por eso se sabe que el tráfico marítimo de larga distancia lo gestionaban judíos”. Estos judíos almerienses comerciaban sobre todo con la seda de Almería, pero también con oro y aceite; y traían productos como especias y telas de lujo. Además, estaba el comercio del interior de Al-Ándalus, ya que “al puerto de Almería venía comercio desde Lucena, Córdoba o Sevilla. El puerto de Almería era el puerto de Al-Ándalus”.

En la actual Pescadería, los judíos permanecen hasta mediados del siglo XII, cuando se produce la primera conquista de Almería por las tropas cristianas, en 1147. Diez años después, es reconquistada por el ejército almohade, que viene del norte de África “a imponer orden en lo que ellos consideraban que era una relajación de las costumbres, porque son integristas religiosos”, apunta López Carrique, que señala que “hasta entonces había habido bastante armonía” entre las distintas comunidades religiosas. Incluso, añade, “los judios gestionaban los negocios de los musulmanes, sobre todo los de los altos funcionarios y los gobernantes”. Pero al llegar los almohades, destruyen el arrabal del aljibe y los judíos se marchan de la ciudad.

El regreso y la expulsión

La comunidad judía no vuelve hasta finales del siglo XIII. En 1212, con la batalla de las Navas de Tolosa, se termina con el poder de los almohades, y unos 50 años después de esta batalla, aparece una dinastía nueva en el Reino de Granada, que localiza a las comunidades judías que se marcharon para que vuelvan y se reactive el comercio, que había caído en declive en la época almohade. Como el arrabal original estaba destruido, les ofrecen instalarse en la zona que va desde la actual plaza del Ayuntamiento hasta la plaza Marín y entre la calle de las Tiendas y la calle Pósito, aproximadamente, porque las vías tenían otro trazado en la zona en aquella época. “El grueso de la judería estaba allí, aunque no era todo judería, probablemente había viviendas musulmanas también”, apunta López Carrique.

Aunque no quedan restos visibles de la judería, se conoce su ubicación porque en el Libro de Repartimiento, tras la expulsión de 1492, está documentada la entrega de las viviendas de la judería a los repobladores cristianos, que venían de Mallorca, Castilla y Navarra.

Libro de Repartimiento donde se hace referencia a la judería de Almería

El edicto de expulsión se publica el 31 de marzo y se dan tres meses para que se abandonen las tierras de Castilla y Aragón a todo el que no quiera convertirse al cristianismo. En Almería, “suponemos que mucha parte de la población se convertiría, porque son 77 familias las que salen por el puerto, pero solo 16 son de Almería, y hay otras 16 de Granada, otras seis de Guadix y también las hay de Baza y de la Alpujarra”, apunta el presidente de Maguén Sefarad. El problema es que no está documentado cuántos judíos había en la ciudad, cuya población entonces era de unos 5.000 habitantes.

En cualquier caso, considera que lo normal es que alguna familia se convirtiese, como en el resto de poblaciones castellanas y aragonesas. Aunque en realidad, se trataba de falsos conversos. El fenómeno de las conversiones forzosas había comenzado en 1391, con los asaltos a la judería de Sevilla, que luego se reprodujeron por toda la Península, en las zonas castellanas. “Muchos judíos se convierten por miedo, porque se cometen muchas barbaridades”, recuerda López Carrique, que asegura que “hasta bien entrado el siglo XVI, las conversiones son simuladas”.

Así, los judíos se bautizan y se cambian el nombre, pero siguen practicando la liturgia judía a escondidas en casa, con sus familias. Pero de cara a la galería, son cristanos, así que tienen que ir a la iglesia el domingo. Precisamente, señala el presidente de Maguén Sefarad, cuando la Inquisición se crea en 1478, “está enfocada sobre todo en coger a los falsos cristianos, primero los judíos y luego los moriscos”. Y cuenta que “en 1561, hay una visita de una comisión inquisitorial a Almería, buscando falsos cristianos, en la que se abren más de 300 expedientes inquisitoriales, y a 200 de ellos les colocan el sambenito”.

Mapas con las posibles ubicaciones de las juderías,
en sus distintas épocas.

Antes, el 29 de junio de 1492, embarcaron en el puerto de Almería las familias judías expulsadas. Van al norte de África, donde tienen conexiones y familia, porque la mayoría del comercio desde aquí era con esa zona. “Van a Tetuán, a lo que hoy es Melilla, a Tremecén en Argelia… donde había juderías”, apunta López Carrique. Otros van a Portugal, de donde los expulsan a los cinco años y se trasladan a Navarra, de donde también los expulsan. De allí se van al norte de Europa, a sitios como Amberes y Holanda, donde hay “una comunidad sefardí muy importante”, asegura Clara Martínez, miembro de Maguén Sefarad y CEO de la empresa de turismo Turiversia.

“El sefardí es el expulsado, el judío español en la diáspora, para algunos investigadores; para otros, como yo, son los habitantes de Sefarad, que es la Península Ibérica”, afirma López Carrique, que justifica su versión en que Sefarad “viene nombrada en uno de los libros de la Torá, la Biblia judía, en el siglo VII aC, así que para mí los sefardíes son los judíos de Sefarad, estén en la diáspora o estén viviendo aquí”. Sefarad viene a traducirse como “la última tierra” o “la tierra más lejana”. Era el fin del mundo conocido.

El legado sefardí en Almería

Inscripción hebrea en roca, en Senés

Con el paso de los siglos, el legado sefardí en la provincia de Almería ha quedado limitado a unas escasas muestras. Así, las únicas huellas intacta son una inscripción en Senés, del siglo XII, que viene en árabe y en hebreo; y una referencia a una lápida funeraria en Adra. La lápida no se ha encontrado pero un historiador, en el siglo XVIII, dejó plasmada la inscripción que venía en esa lápida, con la referencia a una niña de un año, cuatro meses y un día, la inscripción “judía” y un candelabro.

Lápida de una niña judía en Adra

La judía es “la comunidad etnocultural que más tiempo ha estado en la Península Ibérica de manera interrumpida”, recuerda López Carrique, “vinieron casi con seguridad con la primera diáspora, cuando los babilonios invadieron Israel en el siglo VI aC, y estuvieron de manera ininterrumpida mientras venían los fenicios, los romanos, los bizantinos, los visigodos y los musulmanes”.

En Almería, se tiene constancia de su presencia desde el siglo IX. “Y quizás antes, porque desde la ciudad de Urci, previa a Bayyana, se convocó a un obispo al concilio de Elvira, en Granada, en el siglo IV, cuando el cristianismo se hace religión oficial del Imperio Romano”, señala López Carrique. A estos obispos los citan para romper relaciones entre las comunidades cristianas y judías, así que “si convocan al obispo de Urci, es porque habría comunidad judía”. Pero constatada, existe desde el siglo IX. Aun así, en la ciudad de Almería no queda ningún patrimonio material de los judíos, o no se ha descubierto, solo existen fondos documentales que hacen referencia a ellos. Algunos historiadores apuntan a que en el convento de las Claras pudo estar la sinagoga, pero no hay respaldo documental.

En la provincia, hay constancia de otras comunidades judías. Es el caso de Vélez Blanco, Almócita, Mojácar o Vera. “En cualquier ciudad importante a nivel comercial, había comunidad judía, porque de padres a hijos se transmitía que tenían que aprender dos o tres idiomas, saber nadar, aprender a leer la Biblia y tener un oficio”, asegura Clara Martínez. “Con eso, en la época medieval, te garantizabas tener un conocimiento mucho mayor del que tenían los cristianos”, añade, lo que les facilitaba acceder a puestos de poder y a oficios exclusivos como la medicina.

En gastronomía, han dejado un legado en el que destacan platos como la adafina, que es una olla similar a nuestro cocido, típica del Sabbat, elaborada con pollo, garbanzos, ternera, hortalizas y huevo duro. Un producto típico, con multitud de elaboraciones, es la berenjena. Y en dulces, la ensaimada, el pan trenzado o jalá, que es el pan de Sabbat, y las flores de hojaldre fritas, que hoy en día se encuentran en establecimientos de la ciudad. También son típicos de la cocina sefardí los encurtidos y los confites, para aprovechamiento y conservación.

Asimismo, muchas festividades actuales vienen de la tradición judía. Por ejemplo, la Semana Santa se celebra en la Pascua judía y la Navidad coincide con la Janucá. Y quedan referencias como la letra de una petenera de Almería que dice: “¿Dónde vas, bella judía, tan compuesta y a deshoras? Voy en busca de Rebeco, que estará en la sinagoga”.

Ruta por la Almería sefardí

La asociación Maguén Sefarad lleva años trabajando para recuperar la memoria y el legado de la comunidad judía en la provincia de Almería, y de forma especial en la capital. Uno de las principales iniciativas en este sentido es el proyecto Ayre Sefardí, una ruta guiada que descubre a almerienses y turistas los rincones de la ciudad en los que los judíos estaban establecidos, contando su historia y aportación a Almería, y recuperando parte de su legado, por ejemplo el gastronómico, ya que finaliza con una cata de dulces de origen sefardí en la tetería Baraka.

“Es un proyecto que engloba el conocimiento, la divulgación y el turismo cultural”, explica Clara Martínez, miembro de la asociación y CEO de Turiversia, empresa dedicada al sector del turismo. “Son actividades divulgativas para que la gente conozca las raíces judías de Almería”, añade Carmelo López Carrique, presidente de Maguén Sefarad, que cuenta que, gracias a Ayre Sefarad, “hemos recibido este año un turoperador británico que probablemente se traiga el año que viene a judíos de toda Europa”.

Por este motivo, reclaman la ayuda del Ayuntamiento de Almería para señalizar estos rincones de la historia sefardí, que harán más atractivas para los turistas las rutas por lo que fue la judería almeriense. En este sentido, Clara Martínez explica que “uno de nuestros proyectos más ambiciosos es conseguir la señalética de la ciudad y algún espacio de interpretación, como una pequeña plaza, con unos grafitis que cuenten la historia de la judería de Almería, para que en las visitas guiadas podamos tener material representativo, con contenido, porque eso da un valor más a la ciudad”.

Ambos señalan que es un atractivo cultural, y recuerdan que en septiembre se ha rodado en la provincia un capítulo de la serie de televisión ‘Diario de una ciclista’, dedicado al ‘Camino de Sefarad’, desde Lorca a Almería. Ante este interés, insiste López Carrique en que “necesitamos la señalización porque a través de la ruta vamos dando contenido al discurso histórico, ya que es la forma más fácil de divulgar las raíces judías de Almería, con una visita guiada y contextualizada, en la que le cuentes a la gente las costumbres y tradiciones de los judíos de Almería, paseando por el entorno”.

(Reportaje publicado en el número de octubre de 2023 de la revista Foco Sur).

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Miguel Blanco

Periodista en la revista mensual almeriense ‘Foco Sur’ y el diario digital almeriainformacion.com. Cofundador de la revista de cultura andaluza contemporánea www.secretolivo.com y de AlDato, grupo de periodismo de datos de Almería. En miguelblanco.blog publico mis artículos, reportajes y entrevistas para los medios y, cuando estoy inspirado, relatos de ficción.

 

Fuente: miguelblanco.blog

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