1497: Una fecha olvidada – Los "Baptisados em pe" (Baurizados de pie): el drama de los Judíos portugueses por Elías Boccara

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En el año 1992, se recordó en todo el mundo el quinto centenario de la expulsión de los Judíos de España sucedido en 1492.

En esa ocasión el término Sefarad se usó en forma indebida ocultando un hecho aún más trágico: 1497.

¿Por qué en forma indebida? Porque Sefarad se refiere a toda la Península Ibérica incluyendo a Portugal. No sólo los judíos portugueses no fueron molestados en 1492 sino que la mayoría de los judíos españoles, que querían permanecer fieles a su fe al momento de ser forzados a convertirse o ser expulsados se fueron a Portugal ya que querían permanecer en Sefarad.

Lo que sigue es la historia de estos “nuevos portugueses” que se unieron a la comunidad judía portuguesa existente, que vivió en el país durante mucho tiempo y de los que buena parte del mundo se ha olvidado.

En el año 1492 los Judíos españoles fueron recibidos en Portugal por un período inicial de ocho meses (más tarde ese plazo se extendería) por el rey João II contra el pago de una cuota de ingreso diferenciada: 1) 8 cruzados para la mayoría; 2) 4 cruzados sólo para técnicos y para quienes trabajaran en los talleres de metal, un oficio que era muy requerido por las industrias de guerra, 3) una cantidad proporcional a la riqueza de 600 familias muy ricas, y 4) otro tipo de impuesto por treinta familias de noble linaje que además eran tratados con gran respeto.

Después de un año, sin embargo, comenzaron las tribulaciones crecientes de los judíos portugueses que podemos ver en los acontecimientos que tuvieron lugar más tarde sucesivamente en los años 1493, 1496 y 1497.

Veamos que sucedió en 1493: Portugal había tomado hacía poco tiempo la posesión de la isla “dos Logartos” (de los lagartos), entonces deshabitada, situada en el Golfo de Guinea y muy cerca del Ecuador, bautizada más tarde como Santo Tomé.

Los lagartos de la isla eran en realidad cocodrilos que tenían la compañía de serpientes venenosas y alguna que otra cobra. El clima era insalubre, pero permitía el cultivo en especial el de la caña de azúcar.

El gran problema en Portugal, durante su desproporcionada expansión colonial fue la escasez de habitantes en el área metropolitana, y por lo tanto la dificultad de encontrar un número adecuado de emigrantes a las colonias.

En particular, a Santo Tomé, no quería ir nadie.

A la isla trasladaban a los negros presidiarios y a los esclavos de origen africano.

Más tarde, João II, recurrió a un truco que era sustraer de los padres una cantidad adecuada de niños judíos, varones o mujeres, bautizándolos y transferirlos a la isla: el pretexto sería alguna irregularidad fiscal o burocrática.

Se deportaron así dos mil niños (quizás más). Eran niños de hasta ocho años de edad (algunos piensan que podría haber sido hasta de 14 años).

Los chicos fueron entregados a una persona de confianza, Álvaro de Caminha, para que cuide de ellos.

Muchos de los niños, posiblemente la mayoría, murieron de hambre, devorados por los cocodrilos o mordidos por las serpientes.

Según un manuscrito sobrevivieron sólo 600.

Cuando crecieron, los jóvenes se casaron ?entre sí o con otros jóvenes de otros grupos étnicos, especialmente negros.

Les impusieron nuevos nombres desconociendo en algunos casos la casi totalidad de su pasado; se habla también de posibles uniones incestuosas.

De los descendientes de estos conversos forzados ya no hay pistas.

Es muy probable que la sangre de ellos corra hoy por las venas de algunos de los habitantes de la actual República Independiente de Santo Tomé y Príncipe.

Llegamos a 1496.

El sucesor de João II, el rey Manuel I, recordado como un promotor de los grandes descubrimientos geográficos y por haber dado su nombre a un estilo arquitectónico particular llamado “manuelino”, tenía también la idea de unificar a España y Portugal bajo la corona portuguesa.

Para lograr esto se casó con la infanta Isabel de España, hija de los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón y pronto se convirtió en el heredero al trono de España.

Pero para llegar a este matrimonio João tuvo que pagar un precio: la princesa Isabel no podía pisar un territorio donde todavía hubiera judíos, por cuanto se imponía la eliminación de la presencia judía en Portugal.

Manuel, que había accedido a cumplir la condición impuesta, el 5 de diciembre de 1496 promulgó el edicto de expulsión de todos los Judíos de su reino, al tiempo que otorga un amplio margen de tiempo antes del embarque, que iba a tener lugar en octubre de 1497.

Pero su verdadera intención era mantenere en el país a todos estos judíos que, con sus actividades de diversos tipos y on la posibilidad de imponerles altos impuestos, representaban al el país un ingreso precioso: el objetivo debía lograrse a cualquier precio obligando a los judíos a aceptar el bautismo.

La operación se llevó a cabo en dos etapas. En Abril de 1496 se produjo el rapto de niños judíos de hasta catorce años: ellos fueron bautizados y confiados a familias católicas. Los padres que querían tener a sus hijos se vieron obligados a aceptar el bautismo.

En octubre de 1497, en los muelles del puerto de Lisboa , en la fecha fijada por el rey para el embarque de los deportados, había miles de Judíos (el historiador portugués Alexandre Herculano dio la cifra de 20.000), que hasta ese momento habían escapado de la conversión.

Esta fue una estratagema ideada por el rey para tenerlos a disposición. En vez de hacerlos subir a los barcos, se vieron imprevistamente rodeados y se les comunicó la prohibición de embarcar.

Fueron formados por la policía y luego obligados a unirse a las diferentes iglesias donde les fue impuesto el bautismo.

Todas las personas bautizadas perdieron sus nombres y sus apellidos judíos recibiendo otros portugueses y católicos.

A menudo, estos nombres fueron los de sus padrinos.

Una disposición de Manuel les permitió elegir sus apellidos, incluyendo los más ilustres: se espera así lograr una mezcla perfecta de la población del reino ahora uniformemente católica.

Sin embargo, esto provocó la ira de los católicos viejos, enfurecidos al verse confundidos con una raza despreciada.

Otra consecuencia: la aparición de fuertes problemas de identidad, como había sucedido en España, y una infinita gama de repercusiones psicológicas que van desde el oportunismo de algunos, que pensaban que con su celo, serían perdonados de sus orígenes, a la fidelidad secreta de muchos, conservada de diversas formas, incluso hasta el martirio de algunas almas elegidas para el Kidush ha-Shem (santificación del Nombre), como se demuestra en los diversos procesos de la Inquisición, creada sólo en 1536 en Portugal, en vista del fracaso del proyecto de Manuel, que había pensado que el uso de métodos suaves (después de la violencia inicial) con los nuevos conversos los haría olvidar su antigua religión.

La modalidad de estos bautismos impuestos, que hacían pensar en una interminable línea de montaje, hizo que los bautizados se llamaran a sí mismos “baptisados ?em pe” (bautizados de pie), una definición que fue adoptada más tarde por los documentos oficiales, incluyendo las actas de los procesos de la Inquisición, para designar esta clase de conversos bautizados a la fuerza en 1497: a estos se puede añadir a los bautizados en 1493 y 1496.

Irónicamente, uno de los nuevos conversos, emigró a Italia y luego volvió al judaísmo, Samuel Usque, escribió en portugués un imponente poema señorial titulado “Consolação às Tribulaçoes de Israel”, impreso en Ferrara en 1533: una obra que condenaba a la Inquisición y por lo tanto ignorada por completo en Portugal.

Hoy en día el trabajo de Usque es considerado por la crítica portuguesa contemporánea como uno de los hitos de la literatura portuguesa y de la historia de la lengua lusitana.

Usque podría haber escrito su poema en español, lengua que conocíaperfectamente: muchos le aconsejaron que el castellano gozaba de mayor prestigio (recordemos la famosa Biblia publicada en Ferrara en el siglo XVI por los refugiados judíos españoles y portugueses que fue redactada en español ). Pero él dijo que prefería el portugués, ya que era «a lingua che mamara» (su lengua de nacimiento).

Uno se puede preguntar si después de esta tenacidad cruel e insidiosa sobre sus súbditos judíos, Manuel fue capaz de aprovechar los frutos de su crimen. La respuesta es no. Hubo entonces justicia. La esposa de Manuel, Isabel, murió en un parto después de haber dado a luz a un niño: el príncipe Miguel, que fue declarado de inmediato heredero de la corona de España, como lo era ya de la corona de Portugal. Pero Miguel murió a la edad de dos años. Cuando Manuel murió en 1521, Carlos V de Habsburgo, se convirtió en rey de España y emperador del Sacro Imperio.

Me siento obligado a señalar que he recavado toda esta información del el libro del erudito judeobrasileño (de origen rumano) Elias Lipiner, titulado “OS BAPTISADOS EM PE – Estudos acerca da origem e da luta dos cristãos-novos em Portugal” (Lisboa, 1998).

Se hace necesario volver al episodio de los judíos portugueses, “baptisados ?em pe” en masa, para entender el profundo vínculo que continuó uniendo a lo largo de los siglos a los exiliados de este judaísmo lusitano, tanto entre los conversos que emigraron a otras tierras de esclavitud, donde la práctica del judaísmo estaba prohibida, tanto entre los que, en las tierras de libertad, podrían regresar a la fe judía: sefardí, sí, pero también y sobre todo, portuguesa.

En su libro “Os Judeus do desterro do Portugal“ (Los judíos del exilio de Portugal), el escritor portugués Antonio Carlos Carvalho recuerda que Cecil Roth, el distinguido historiador judio ashkenazi, en su “A History of the Marranos “, había acusado a los judíos portugueses de haber introducido al judaísmo «el espíritu de separatismo y el orgullo de clase, hasta ahora desconocido”.

Eso fue, en realidad, el separatismo creado por la historia que nos contaron y el orgullo de los judíos portugueses fue tal vez el símbolo de la fortaleza con la que se han distinguido, a menudo con mentalidad elitista, que pulula por todo el mundo.

Entre los lugares donde estuvieron, creando donde fuera posible comunidades autónomas algunas de las cuales aún existen, en su libro Carvalho enumera: Francia, Italia, Inglaterra, Holanda, Bélgica, Alemania, Grecia, Yugoslavia, Turquía, Marruecos, Túnez, Brasil, Eretz Israel, Perú, México, Surinam, Curazao, América del Norte, Barbados, Jamaica, Santo Domingo, Martinica y San Eustaquio.

Y, ciertamente, se ha olvidado mucho.

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2 comments

  1. ALBERTO LEON JEIFETZ

    todo es parte de una historia de dos mil anos. odio inculcado desde la «TETA» ,por eso hoy en el siglo XXI, persiste esa discriminacion
    en contra, esa judeo-fobia convertida ya en algo genetico.

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