Aquel pogromo se saldó con la destrucción de toda la judería y con el asesinato de buena parte de sus 300 habitantes
Tal día como hoy del año 1391, hace 631 años, se producía el saqueo de la judería de la villa de Inca, que sería el primero de Mallorca. Según las fuentes documentales la judería de Inca había sido formada tan solo veinte años antes. Con anterioridad a 1346, la comunidad judía local vivía dispersa por las diversas calles y barrios de la villa. A partir de 1346, las clases populares (fuertemente influidas por el discurso apocalíptico del bajo clericato católico) habían presionado a las autoridades locales y los representantes de la corona con el objetivo de concentrar la población judía local en un mismo barrio. Después de varias negociaciones (precios de compra de las casas donde se emplazaría la comunidad judía); la judería se estableció en la calle de Es Pascolet, que se correspondía a la actual calle de Es Call (1372).
Según las mismas fuentes, la judería de Inca quedó destruida; y una parte importante de sus 300 habitantes perdieron la vida durante aquel asalto. El día siguiente, día 2, las clases populares asaltaron y saquearon la judería de Palma; y tres días más tarde, el 5 de agosto de 1391, se producían los primeros incidentes antijudíos en Barcelona, que culminarían con el asalto y la destrucción de la judería de la capital catalana. La judería de Barcelona (la Mayor y la Menor) fueron arrasadas y ya no se recuperarían. También otras juderías catalanas fueron víctimas de aquella ola destructiva, que, desde Barcelona, se extendió por todo el Principado como una mancha de aceite. Especialmente sangrante, sería el pogromo de Tàrrega, que se saldó con el brutal asesinato de los 250 miembros de la comunidad judía local.
Aquellos pogromos, que habían entrado en territorio de la Corona a través del País Valencià (Valencia, 9 de julio de 1391); representaron el principio del fin de la minoría judía catalana. Algunas familias judías (principalmente las más poderosas económicamente) se convirtieron; y sus descendientes, paradójicamente, destacarían como furibundos antijudíos. Y la gran mayoría se dispersó y pasó a vivir su fe desde una situación de semiclandestinidad hasta el definitivo decreto de conversión o expulsión de 1492. La progresiva desaparición de la comunidad judía (convertida o exiliada) tendría unos efectos muy negativos para el proceso de recuperación de la economía que precisaba el país después de la terrible crisis de la Peste Negra (1348-1351).
Fuente: El Nacional / Barcelona. Lunes, 1 de agosto de 2022