La sedería de Barracas que ya “casó” a tres generaciones

Tiene 65 años y es la elegida por los diseñadores para los trajes de novia.

Montar, desmontar, doblar, armar volados, ajustar escotes. Sin tijeras ni costuras, sin hilos ni agujas. Sólo con alfileres. Bellísimos vestidos sin cortes pero con cientos de detalles apenas sujetados. ¿Vestidos efímeros? Algo así: escondida en el corazón de Barracas, la sedería José aún mantiene vivo ese oficio antiguo y sorprendente que consiste en armar sus vidrieras con trajes de novia o de quince , hermosos, pero “sólo para mirar”. El local es un secreto de los mejores diseñadores de moda , que lo buscan por sus telas importadas y es elegido por muchas novias para sus trajes: ya “casó” a tres generaciones de clientas .

La sedería suma 65 años de tradición intacta y sigue siendo atendida por la misma familia de origen sefaradí que la fundó. José, sobrino del creador del negocio, que fue el primer José, tiene decenas de anécdotas para contar del local de Montes de Oca 866 . Las mejores surgen de las vidrieras y esos vestidos “silvestres”, irreales . “Todas las semanas entran mujeres que nos dicen que quieren comprar un vestido de la vidriera, nos preguntan si se lo vendemos hecho, y cada vez que pasa eso tenemos que explicarles que no, que nosotros sólo tenemos los géneros, aunque les aclaramos que podemos recomendarles modistas que se lo pueden confeccionar. Preguntan si hay más para probarse, de tan bien hechos que están”, dice, sonriendo, José, que prefiere guardar su apellido.

El arte de armar vestidos con alfileres acumula tantos años como la sedería. Es que antes, según cuentan los empleados, en los 40 y 50, los porteños no se compraban la ropa lista para usar, sino que la mandaban a hacer con modistas o sastres. Por esos años, las sederías trabajaban con telas de todo tipo. Pero hoy, “José” se especializa en géneros para vestidos de alta costura .

También cuenta que detrás de cada vestido efímero está Antonio: de perfil bajo y unos 55 años, José lo define como diseñador y creador. Trabajan juntos desde hace 20 años: “El tiene un estilo propio, sólo le damos los géneros que queremos destacar. No es diseñador ni vidrierista: es un creador. No sé si hay otra persona que haga lo que él hace: convertir un género en un vestido sin coserlo ”.

Antonio hace doce vestidos por semana. Y tarda unas cinco horas en terminarlos. Su trabajo es uno de los pilares de la casa. “Nos pasa que vienen hasta terceras generaciones de clientas a buscar sus vestidos de novias.

Nos cuentan que sus mamás y hasta sus abuelas se compraron las telas acá”, asegura José. Otros de los secretos son los géneros importados: muchos de Italia y Francia, y algunos de Estados Unidos. Sedas naturales, puro algodón, gasas y tules. “Trabajamos con la mayoría de los diseñadores más famosos, Benito Fernández, Laurencio Adot, Gabriel Lage , la mayoría”, dice José, orgulloso. “Pero también viene la modista que trae a su clienta para asesorarla en el local. Acá todos los vendedores están hace 20 o 30 años y saben cómo aconsejar ”, concluye seguro de que lo suyo es un oficio que resiste bien fuerte al listo-para-llevar.

Fuente: Clarin

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One comment

  1. YO COMPRE LAS TELAS PARA MI CIVIL TERCIOPELO COLOR VERDE Y EL GUIPIUR ,(NO SE SI SE ESCRIBE ASI) PARA EL TRAJE DE NOVIA QUE DESPUES LO TEÑI DE COLOR CHOCOLATE Y ME HICE UN TRAJE QUE TODAVIA TENGO DE RECUERDO HOY CUMPLIRIA 54 AÑOS DE CASADA ,GRACIAS POR EL RECUERDO GENNY

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